Determinar las informaciones que se quieren recoger
Hace referencia necesariamente al objetivo que se persigue y a los criterios considerados como los signos de su realización. Se trata, pues,
– o bien de buscar la situación natural adecuada en la que se puedan recoger estas informaciones,
– o bien de suscitar o crear la situación propicia para esta recogida de datos.
El carácter más o menos natural (ocasional), o, por el contrario, artificial (deseado), de la situación implicará la presencia de un mayor o menor número de informaciones parásitas para la evaluación.
La evaluación continua en el transcurso del aprendizaje (situación natural y ocasional) supondrá que la evaluación polariza su atención en los índices comportamentales que son los signos de la realización de los objetivos perseguidos. Es indispensable conocer de antemano estos índices comportamentales que se deben observar. Además, el educador, mediante su comportamiento verbal o no verbal, puede orientar la situación de tal manera, que ésta se revele más fácilmente que los comportamientos esperados.
En relación a la evaluación puntual, es la que tiende a crear una situación que induzca las informaciones no parásitas para la evaluación.
Una vez fijadas las informaciones que se deben recoger y las situaciones adecuadas para ello, se trata de llevarlo a cabo. Esta recogida de datos implica dos fases:
– Obtener la información (observar los comportamientos, leer el examen…); esta fase se centra en la respuesta del evaluado en situación ocasional o provocada.
– Anotar la información de manera que esté bien adaptada a la situación y que permita un análisis rico.
Estas fases también plantean muchos problemas de fiabilidad. En las páginas siguientes se abordarán extensamente y haremos propuestas concretas que inspirarán –así lo esperamos, al menos– al lector en su propia práctica.
Fuente: Observar para Educar – Observación y evaluación en la práctica educativa, Jean-Marie De Ketele