Introspección y alospección
Entendemos por observación introspectiva (o autospectiva) la observa que hace un sujeto de sí mismo (actuando, preparándose para actuar) o de la situación con la que interactúa.
Por el contrario, hablaremos de observación alospectiva cuando la observación de un sujeto (o de la situación) la lleva a cabo otra persona.
La observación introspectiva se emplea con mayor frecuencia de la que algunos quisieran: los cuestionarios de intereses, de actitudes, de opiniones, de recogida de información…; la mayor parte de entrevistas, ya sean más o menos sistemáticas…; algunos inventarios comportamentales…
Cuando, una vez fijados el problema y los objetivos, parece a primera vista que la observación introspectiva es la más adecuada, nos encontramos, sin embargo, que algunas investigaciones propugnan una observación alospectiva y no técnica introspectiva. Esto puede suceder en los siguientes casos:
– Es difícil que un niño pueda “introspeccionarse” y al mismo tiempo continuar atento a la tarea que se le presenta (Gellert, 1955).
– La implicación y el interés hacia una actividad dificulta la explicación de lo que se hace (Weick, 1968).
– La implicación en una situación hace perder de vista las acciones o atributos demasiado habituales (Richardson, Dohrenwend & Klein, 1965).
– Algunas técnicas introspectivas evitan difícilmente las respuestas estereotipadas o culturalizadas (Richardson, Dohrenwend & Klein, 1965; esto se relaciona con nuestra noción de campo normativo).
– Algunos sujetos son incapaces de comunicar su experiencia (Riesman & Watson, 1964).
– O simplemente los sujetos son poco honestos, sobre todo en algunas áreas (Richardson, Dohrenwend & Klein, 1965).
En ocasiones, y para paliar algunas de las limitaciones enunciadas, puede ser interesante recurrir a una técnica introspectiva retroactiva.
Fuente: Observar para Educar – Observación y evaluación en la práctica educativa, Jean-Marie De Ketele