Las causas

La noción aristotélica de causa es más amplia que la actual; nosotros entendemos por causa sólo lo que Aristóteles llamaba causa eficiente y causa final.

Para este filósofo causa es todo principio del ser, aquello de lo que de algún modo depende la existencia de un ente; o de otro modo: todo factor al que nos tenemos que referir para explicar un proceso cualquiera.

Para entender cualquier ente debemos fijarnos en cuatro aspectos fundamentales (cuatro causas):

– La causa material o aquello de lo que esta hecho algo;
– La causa formal o aquello que un objeto es;
– La causa eficiente o aquello que ha producido ese algo;
– La causa final o aquello para lo que existe ese algo, a lo cual tiende o puede llegar a ser.

Aristóteles pone el ejemplo de una escultura: si se trata de una escultura del dios Zeus hecha de bronce por un escultor con la finalidad de embellecer la ciudad, la causa material es el bronce, la causa formal el ser el dios Zeus, la causa eficiente el escultor, y la causa final el motivo de su existencia: embellecer la ciudad.

Podemos dividir las causas en:

Intrínsecas como la causa material y la formal, pues estos principios descansan en el propio ente;

Extrínsecas como la causa eficiente y la final, pues se trata de principios exteriores al ente.

Sin embargo, en los seres naturales aquello a lo que apuntan o hacia lo que tienden de forma natural es causa final pero en este caso intrínseca (hay que recordar el principio básico de la física aristotélica según el cual todos los seres naturales se caracterizan por poseer una finalidad intrínseca).

También se habla de la idea, imagen o boceto que el escultor tiene en mente cuando realiza la escultura como causa formal; en este caso dicha causa formal es extrínseca.