El papado de Avignon y el Cisma de Occidente
En 1305, fue nombrado Papa el francés Bertrand de Got, que tomó el nombre de Clemente V. Al no sentirse seguro en Roma a causa de las disidencias entre los cardenales franceses e italianos, trasladó la sede del papado a la ciudad francesa de Avignon.
La relación entre el papado y Francia cambió drásticamente a lo largo del siglo XIV. Comenzó con el conflicto abierto entre Bonifacio VIII y el rey Felipe IV de Francia, se convirtió en cooperación de 1305 a 1342, y finalmente pasó a ser un papado con fuerte influencia del trono francés hasta 1378.
Tal parcialidad del papado era una de las razones para la baja estima de la institución, que a su vez fue una de las razones para el Cisma de 1378-1417. En el periodo del Cisma, la lucha de poder en el papado se convirtió en un campo de batalla de los principales poderes, con Francia apoyando al papa en Aviñón e Inglaterra respaldando al papa de Roma.
Al final del siglo, todavía en el estado de cisma, el papado había perdido la mayor parte de su poder político directo, y Francia e Inglaterra se establecieron como los principales poderes de Europa.
En conjunto, parece una exageración caracterizar al papado como una marioneta del trono francés. Incluso durante su periodo de Aviñón, 1305-1378, el papado seguía sus propósitos de unir señores cristianos (por ejemplo mediando entre Francia e Inglaterra) y respaldar la posición de la Iglesia (evitando los cargos de herejía contra Bonifacio VIII formulados por rey Felipe IV).
Solamente en tiempos posteriores, cuando un rey francés fuerte se enfrentaba a un papa débil, el papado hacía significativas concesiones al rey francés, como con el papa Urbano V, el más pro-francés.
La base para ejercer tal presión se puede encontrar en el cambio de equilibrio de poder en el siglo XIV. La defensa que el papado hacía de su soberanía universal, reiterada desde el Dictatus Papae de Gregorio VII y defendida por papa Bonifacio VIII al principio del siglo, era imposible de apoyar a la vista de los movimientos escolásticos y las influyentes obras de Marsilio de Padua y Guillermo de Ockham. La reorganización administrativa empezada con Clemente V tuvo éxito a la hora de proporcionar fondos a la Santa Sede.
Sin embargo, el interés por cuestiones administrativas y jurídicas caracterizó a todo el Papado de Aviñón y por consiguiente perdió mucho respeto entre nobleza más baja y la gente corriente, quienes tenían más simpatía por las órdenes religiosas comprometidas con la pobreza más que por una jerarquía eclesiástica donde los cardenales a menudo vivían vidas principescas.
La principal preocupación de los papas de este tiempo era la unificación de la Iglesia. Y para lograr ese objetivo, era indispensable salir de la influencia francesa. Por lo tanto, establecerse en Roma pasó a ser primordial.