Teoría platónica
Para Platón, el hombre firma el contrato de ciudadanía, término que aparece en su obra República.
Por el contrato de ciudadanía el ser humano elige pertenecer a un estado y suscribe con él un pacto tácito por el cual se obliga a cumplir las leyes, incluso cuando éstas sean injustas.
Para comprender el sentido de esta doctrina completamente, hay que entender que ser hombre y ser ciudadano es lo mismo para este filósofo.
En Platón, tanto la concepción ética como la política giran en torno a la virtud de la justicia. La justicia es el fundamento de la ciudad-estado y la ley justa es la esencia de toda igualdad o derecho.
La política se deduce en Platón de la justicia y no a través de la descripción objetiva de los fenómenos políticos. Por tanto, la política es el estudio de las normas y de los principios teóricos del gobierno de los ciudadanos.
Para Platón los justos eran los merecedores de todas las dignidades del Estado. Se llegaba a ser justo después de un proceso de perfeccionamiento de las virtudes a través de la educación, la razón, la fortaleza y la prudencia.
Este proceso sólo podía culminar en edad madura, alrededor de los cuarenta años.
En conclusión, los que alcanzaban el conocimiento de las ideas de Justicia, Verdad, Belleza y Bien, en general los filósofos, eran los destinados para el gobierno de la polis o ciudad-estado.
Además de este concepto, Platón elabora una clasificación de los gobiernos, que se distinguen en: aristocrático, democrático y oligárquico.
A su vez, estos gobiernos tienen sus respectivas desviaciones: timocracia, demagogia y tiranía.
Platón es considerado un crítico de la demagogia y, en cierta manera, de la democracia, pues considera que ésta es anárquica y una especie de feria de constituciones.
En contraposición, defiende un gobierno aristocrático basado en el saber y la prudencia. En cualquier caso, el fin de la moral y la política es el bien o la virtud.