Teoría aristotélica
Para Aristóteles es algo natural, consecuencia del hecho de que el ser humano es esencialmente sociable.
Para este filósofo, el hombre es un «animal político». De esta forma, lo que caracteriza al ser humano no es sólo vivir en sociedad, sino también ocuparse de las cosas de la polis o del bien común, que es la actividad noble por excelencia del ser humano.
El Estado es, pues, una organización política que resulta de la asociación de individuos, familias y pueblos.
También tiene un origen natural. Su finalidad consiste en resolver las necesidades básicas de la vida y lograr que los ciudadanos puedan satisfacerlas.
El núcleo originario de la comunidad social o política es la familia, porque el concepto de Estado de Aristóteles se basa en la convivencia de todos los días.
Las pequeñas asociaciones de grupos familiares dan lugar al surgimiento de la aldea. La asociación de aldeas da lugar a la constitución de la ciudad.
El ejercicio de la política es algo que pertenece en exclusiva al ciudadano. Si para Platón la ciudadanía estaba relacionada con el saber, en Aristóteles sólo es ciudadano el que participa en los poderes públicos.
En cuanto a su teoría política, Aristóteles propone una teoría de las formas de gobierno tras estudiar las diversas constituciones de las ciudades-estado de su época.
La teoría de las formas de gobierno se basa en una clasificación que toma como criterio la realización del interés común y no la búsqueda del propio interés del gobernante.
La monarquía, la aristocracia y la democracia son buenas formas de gobierno, mientras que la tiranía, la oligarquía y la demagogia son una degeneración.
Para Aristóteles, la mejor forma de gobierno es la democracia moderada o politeia.
La democracia moderada consiste en una sociedad no excesivamente numerosa, con unas dimensiones relativamente reducidas y con autosuficiencia económica y militar.
Estas características facilitan una adecuada atención de todas las necesidades de los ciudadanos, tanto básicas como de ocio y educativas.