Último tercio del siglo XIX
En estos momentos la política europea está dominada por las iniciativas promovidas por el canciller alemán Bismarck. Para ello configura los denominados «sistemas bismarckianos». En ellos hay tres objetivos definidos: atraer a Rusia, aislar a Francia y mantener al Reino Unido en su política de «espléndido aislamiento», de prosperidad económica y extraordinaria expansión colonial, pero sin involucrarse directamente en asuntos de Europa.
Hay dos hechos que condicionan este momento, por un lado la irrupción en Europa del Imperio alemán como nueva potencia y con ansias de ser reconocida como tal y en segundo lugar el derrumbe del Imperio otomano que dejará un panorama complejo en el este de Europa, situación que se complica con los intereses del Imperio ruso y del Imperio austro-húngaro en la zona de los Balcanes
En 1873 se firma la Entente de los tres emperadores Alejandro II de Rusia, Francisco José de Austria y Guillermo I de Alemania: un acuerdo de ayuda mutua en caso de una agresión por parte de otra potencia. La alianza era compleja ya que se encuentran en la misma dos potencias con intereses en los Balcanes. Estas divergencias llevaron a Alemania a tener que firmar la Doble Alianza, que supone un acercamiento a Austria en detrimento de Rusia. Aun así conseguirá renovar en 1881 el Tratado de los Tres Emperadores, que se comprometen a ser neutrales en caso de una declaración de guerra de otra potencia.
Un año después, en 1882, consigue también el apoyo de Italia, al firmar la Triple Alianza que engloba a Alemania, Austria e Italia. Bismarck consigue un equilibrio europeo encabezado por Alemania en el que mantiene alianzas más o menos consistentes con Italia, Austria, Italia, Rusia y el beneplácito de Inglaterra; con ello consigue también su gran objetivo: aislar a Francia. Todo este equilibrio de fuerzas se viene abajo cuando Guillermo II, llegado al trono imperial, prescinde de Bismarck.