Cómo resolver las dificultades en el proceso de lectura
Aprender a leer no es difícil, pero leer bien es algo más complicado. Los datos de las diferentes evaluaciones educativas realizadas en nuestro país en los últimos años evidencian una notable deficiencia de los alumnos en las actividades asociadas al proceso lector.
Estos resultados se relacionan con frecuencia con distintas dificultades de lectura que impiden que los estudiantes sean capaces de comprender los textos. Los padres y docentes pueden ayudar a solventarlas si las identifican a tiempo y aplican diferentes técnicas para resolverlas.
Alteraciones de la lectura
La lectura implica una serie de destrezas y habilidades que los estudiantes no siempre adquieren de forma correcta. Para leer bien, sobre todo de modo que se comprenda, es necesario llevar a cabo varias operaciones intelectuales, como reconocer la información, relacionarla con la memoria semántica o construir el significado global. Aprender a leer no consiste tan solo en saber identificar los fonemas, unirlos y descodificar un texto.
En los primeros años de escolaridad, con frecuencia, los estudiantes se topan con distintas dificultades en la actividad lectora. Estas pueden estar relacionadas con los procesos de descifrado de los textos o con la comprensión y dar origen a problemas como no saber localizar las partes esenciales de un texto, no tener la suficiente velocidad lectora, no poder interpretar frases complejas o no poder seguir el hilo argumental de la lectura.
Diez claves para mejorar
Víctor Moreno, doctor en Filología y autor de numerosas obras relacionadas con el proceso de lectura, expone en su manual ‘Leer para comprender’ algunas de las principales dificultades de lectura que, en general, pueden registrarse en el alumnado.
Moreno destaca sobre todo los problemas para no saber relacionar las informaciones en un fragmento, la falta de conocimientos sobre lo que se lee, la ausencia de nociones gramaticales o la identificación incompleta de las ideas del texto.
1. Buscar sentido a lo que se lee, intentar imaginar lo que se entiende del texto.
2. Prestar atención a lo que dice el texto, intentar ser capaz de expresarlo con sus propias palabras.
3. Asegurarse de comprender bien los conceptos importantes, saber identificarlos y entenderlos.
4. Relacionar las nuevas ideas con las anteriores, relacionar las diferentes partes del texto.
5. Buscar palabras que indican cómo relacionar ideas (así, de esta forma, por eso, etc.) y seguir las pistas que muestran.
6. Sintetizar a medida que se avanza en la lectura, sobre todo, al final de cada párrafo.
7. Hacer un esquema con lo más importante del texto y relacionarlos de forma adecuada.
8. Dejar pasar unos minutos tras leer el texto para comprobar que se ha comprendido.
9. Leer de forma diferente los textos no continuos (gráficos, tablas, mapas) y atender a la información clave para comprenderlos.
10. Leer de forma flexible en función del objetivo de la lectura. No se lee igual cuando después se debe explicar algo que cuando la misión es localizar un dato.