Historia del arte introducción
El Siglo XVI constituye para Europa un siglo de transición, de gestación de la modernidad. A la expresión que sucede al Renacimiento se la diferencia del barroco como etapa manierista.
En Italia, Nápoles y Milán son dominadas por España que desplaza a Francia.
Roma confirma su papel prestigioso en el mundo católico. Las ciudades comienzan a tener menor importancia cediéndosela al dominio señorial, al Estado territorial donde los príncipes llevan una vida más oficial y decorosa, menos tensa que las de las ciudades humanistas del S. XV. El interés por la crítica y análisis artístico llevaron al eclecticismo resultante de adoptar todas las maneras ya fuera una técnica, un género o un gusto, siempre buscando la elegancia y el refinamiento de lo ya adquirido. Tanto el estilo clásico como el barroco buscan un valor universal mientras que el manierismo busca lo individual.
Pasadas las penurias del primer tercio del Siglo XVI, guerras y pestes, había que volver a reiniciar las construcciones con el esplendor del Alto Renacimiento y acomodarse a las nuevas circunstancias como el surgimiento de nuevos clientes: las órdenes religiosas. El aspecto aristocrático renacentista se continúa en el manierismo, en su gusto por lo escenográfico y lo raro. Aparecen los grandes jardines con esculturas, pabellones con frescos de escenas mitológicas y paisajes agrestes, fuentes con juegos de agua.
El siglo XVI se conservó medieval en las regiones interiores mientras que por acción de la navegación y las ganancias que llegaban de la colonización de
América las zonas costeras se enriquecieron. Los puertos progresaron, Lisboa, Sevilla, Amberes, Amsterdam, se renovaron las rutas transcontinentales hacia Milán o Augsburgo, pero no penetró en las zonas rurales más alejadas. El conquistador trae oro y plata que se derraman por Europa, el comercio se anima y se produce una suba de precios. Las ganancias de estos negocios en manos de banqueros y armadores de barcos permitieron continuar la conquista y colonización y se reafirman las monarquías.
Lentamente la aristocracia terrateniente va desplazando a la feudal. Pero estos procesos no son homogéneos, mientras que España (Habsburgos), Francia (Valois), Inglaterra (Tudor y Estuardos) son estados administrativos y modernos, el Sacro Imperio continúa siendo formado por principados medievales aunque en algunos casos combinados con monarquías modernas. Hungría, Bohemia, Polonia, las Provincias Unidas de los Países Bajos conforman vastas naciones que aprovechan la coyuntura económica en favor de sus gobiernos.
La Reforma representa la ruptura con el pensamiento religioso medieval y un retorno a las fuentes del cristianismo sin la interpretación de los Doctores de la Iglesia. Rechaza las Jerarquías eclesiásticas, la intercesión de los Santos y la Virgen, la misa. En el arte busca la austeridad, la falta de exuberancia, surge la iconoclastia en medio de las luchas religiosas.
Como contrapartida, la Contrarreforma, con el Concilio de Trento, emprende una regeneración de la Iglesia reafirmando varios dogmas, (papel preponderante de la Virgen, Asunción, Inmaculada Concepción, Eucaristía, devoción por los Santos a través de sus imágenes, autoridad papal). La nueva liturgia necesitó nuevos lugares de culto. El Concilio de Trento fue dominado por los italianos y los españoles, quienes a partir de su tradición artística y su oposición a la iconoclastia determinaron los cambios. Si bien el Concilio no dictaminó sobre las formas artísticas para las nuevas necesidades sí lo hizo con lo que habría de evitarse: imágenes lascivas, profanas o que atentaran contra el espíritu de la doctrina, el paganismo renacentista.
Las primeras obras italianas fueron severas pero luego se fue desarrollando el gusto por el movimiento y el contraste exuberante que se derivaron de las arquitecturas renacentistas y manieristas y que terminó siendo el arte apropiado para difundir el mensaje de la Contrarreforma. Renovó la vida cristiana desde la autoridad romana, con una iglesia depurada. Fue un cambio para recobrar a los fieles que se habían alejado por la Reforma y aclarar a quienes vivían según la antigua rutina. Se propagaba la nueva liturgia y eran necesarios nuevos lugares de reunión, la consecuencia fue la reanimación del arte religioso. Sociedades enteras se empapan de religiosidad, se llevan registros de confesiones y comuniones, el año litúrgico regula las actividades respetándose la Cuaresma, domingos y fiestas de santos patronales. Se celebra la Navidad, las Pascuas, fiestas de la Virgen. Las diversiones populares se desarrollan en este marco.
El progreso de la ciencia ha de percibirse muy lentamente, en las sociedades rurales las duras condiciones de vida, las hambrunas debidas a catástrofes climáticas o agotamiento de los suelos, las epidemias y las guerras de religión determinan altas tasas de mortalidad infantil, de mujeres en los partos siendo el promedio de vida de 25 años. Esta situación provocaba gran inseguridad en la población y sería la liturgia de la Contrarreforma con la intercesión de los santos quien canalizaría estas necesidades que de otra manera podrían haber derivado hacia la magia o hechicería. Se desarrolla un arte que va a mostrar las visiones del paraíso y a los santos en la gloria pero que también va a referirse a la protección familiar de los mismos con actitudes cotidianas.
Esta proximidad de lo divino a lo humano se ve en el auge de las procesiones donde los fieles visitan a sus santos les otorgan su confianza y predilección como si fueran seres materiales. Los debates del Concilio se refirieron al peligro de la idolatría derivado de estas prácticas en oposición a la otra posibilidad de un culto más abstracto pero que podía llevar a la indiferencia. Se superó la situación con la bendición de las imágenes que las convertía en objetos consagrados que debían ser adorados, quedando así diferenciadas de las imágenes profanas.
Esto fue propuesto por los Padres españoles, así que esta religión de las imágenes guardaba conformidad con el gusto español. Los modelos españoles se difundieron por Europa como propaganda religiosa. Las primeras imágenes provinieron de ese país, por ejemplo la hoy conocida como el Niño Jesús de Praga fue traída como una imagen de cera española y regalada al emperador Fernando quien la colocó en una iglesia de la capital bohemia. Muchas veces hasta llegó de España la devoción por determinado santo, como San Isidro Labrador que se difundió en los medios rurales. Esta gran influencia española en las imágenes se ve en forma directa en América.
Donde no se adoptaron los modelos hispánicos se trató de zonas habituadas al gótico con imágenes que expresaran dolor, emociones, misericordia. Las nuevas imágenes debían transmitir conceptos pero a través de las emociones. Esto no se lograba con el clasicismo pero el realismo, la libertad y la fantasía que se dan en el barroco satisfacían las nuevas necesidades.
El siglo XVII es el de las monarquías europeas y la formación de los grandes estados como Francia, España e Inglaterra, donde se quería dar preeminencia a la institución real y al personaje que la encarnaba. En este caso se siguió el ejemplo italiano, de las Cortes que tenían contratados a artistas y donde los príncipes construían y redecoraban palacios. Por ejemplo Enrique IV comienza a construir en Paris y Fontainebleau y completa el Louvre.
Por razones políticas se muestra suntuosidad, se deslumbra al extranjero con la fastuosidad, justificándose los gastos necesarios como razón de estado. Una idea aceptada tanto por católicos como por protestantes era la del origen divino del poder real, por lo tanto al Rey que es el representante de la autoridad divina se le deben rendir homenajes especiales que no se le rinden a los demás hombres.
Se produce entonces una absorción de elementos del ritual litúrgico por la monarquía, que fomenta la exteriorización de las emociones en torno suyo. Es la época de las grandes festividades, coronaciones, nacimientos, bodas y sepelios de la familia real y toda esta pompa se asocia a manifestaciones barrocas.
La aristocracia y la burguesía detentan un poder relacionado a la tenencia de la tierra, los burgueses enriquecidos por los negocios financieros admiran la forma de vida de la aristocracia y tratan de imitarlos. En algunos casos, como en Francia, ascienden a la nobleza al ser nombrados en cargos judiciales. En la organización señorial de la propiedad territorial hay muchos valores de la monarquía: posesión de los territorios, la herencia de los mismos, el paternalismo que ejerce con sus vasallos.
En general vamos a encontrar que en los países donde predominaba la economía señorial se da la imaginación y libertad del barroco y donde las economías eran urbanas se dan formas más sobrias, la mesura y el orden del clasicismo. En Francia que tiene una mayor población burguesa el barroco tarda en aceptarse y predominan las formas más severas.
Los artistas trabajaran para una clientela aristócrata, religiosa o rural, provenían de la burguesía, de medios artesanales, formados en los talleres de las ciudades. Encontramos a Europa virtualmente dividida en dos por un lado España e Italia y por el otro, Holanda, Francia e Inglaterra; que ya tenían posesiones ultramarinas con quienes comerciar. El comercio de nuevos productos – pescado, tabaco y cerveza – que desplazaban a los anteriores – lana, sal y vino – reordenaban las relaciones entre los países, donde surgían nuevos puertos y se modificaban las estructuras socioeconómicas. Comenzó también a variar el modo de explotación de la tierra, con el desmonte y la extracción de la hulla, comenzando a aparecer los elementos de donde surgiría la era industrial. Todos estos avances los va a lograr la burguesía en ascenso, libre de los prejuicios de los aristócratas que afianzaban su presencia en la sociedad. En el siglo XVI se dividen los Países
Bajos quedando:
1. Flandes (Bélgica actual, Amberes y Brujas son las ciudades más importantes) relacionada a España y católica.
2. Holanda (Amstedam), protestante. En el S.XVII se convierta en una poderosa nación marítima que comercia con el norte y el sur de Europa. Se configura como modelo de nación moderna donde la burguesía prospera comercialmente y se educa en las universidades europeas, surge un mercado artístico similar al de la actualidad.
Fuente: Apunte Historia del Arte del Siglo XVIII al Siglo XX de la U de Londres