Anillos planetarios
Desde mediados de los años 70 se ha descubierto que lo que parecía una peculiaridad de Saturno, es decir los anillos que rodean a este planeta son una estructura común a otros cuerpos del sistema solar.
En 1974 la sonda Pioneer 11 proporcionó los primeros indicios de un anillo jupiteriano, sucesivamente estudiado en sus detalles por los Voyager 1 y 2. Se trata de una estructura muy fina, que se extiende aproximadamente de 1 a 2 radios planetarios, formada por partículas de tamaño micrométrico y cuya composición es probablemente silícea.
En l977, durante la observación de Ocultación estelar por parte de Urano efectuada desde la Tierra, se descubrió un sistema de 9 anillos alrededor de este planeta. Se extienden aproximadamente entre 1,6 y 2 radios planetarios y parecen constituídos por fragmentos rocosos de dimensiones comprendidas desde unos centímetros hasta algunos metros.
En 1980 y 1981, las sondas «Voyager» contaron millares de anillos alrededor de Saturno, allí donde los instrumentos desde la Tierra sólo distinguen 4. Se extienden entre 1,2 y 2,3 radios planetarios aproximadamente, parecen formados por bloques de hielo de dimensiones variables desde pocos centímetros a algunos metros y están dirigidos por una dinámica muy compleja.
En 1982, elaborando en la computadora los datos de observaciones efectuadas desde Nueva Zelanda, un grupo de astrónomos estadounidenses llegó a la conclusión que también Neptuno está rodeado de anillos.
La opinión de algunos planetólogos es que los anillos representaron una etapa obligada en la formación nuestro sistema solar; que todos los planetas y tal vez los satélites más grandes poseían un sistema de ellos; y que los que subsisten, constituyen un resto fósil. Las investigaciones se están extendiendo, por tanto, a todos los planetas y al propio Sol, con la esperanza de encontar estos antiguos detritos, restos de la planetogénesis.
La expansión de la luz por la difracción produce una borrosidad que limita la capacidad de aumento útil de un telescopio.