Procedimiento de trabajo con centrífugas
– Las centrífugas deben manejarse con precaución. Si se abren antes de tiempo, el contenido de los tubos puede diseminarse por el laboratorio en forma de aerosoles.
Y, en el caso de que estos aerosoles lleven bacterias, resultarán infectivos, por inhalación.
– La velocidad que consiguen es tal que si el rotor o los tubos se ponen en contacto con las manos, se producirían graves heridas.
– Una vez que se acaba de centrifugar, al retirar los tubos, hay que tener cuidado de no cortarse porque se haya producido la rotura de alguno de ellos.
– Debe prestarse especial atención al equilibrar los tubos en el rotor de manera que cada uno tenga otro enfrente que presente un volumen lo más parecido posible al suyo. Esto facilitará que la centrifugación no produzca la rotura de los tubos.
– Se escogerán los tubos de centrífuga que tengan un grosor y un tamaño apropiados.
– Es preferible tapar los tubos, para que, con el aumento de la temperatura, no se produzca evaporación.
– La vibración que produce la centrífuga puede perturbar a otros aparatos. Por ello, no es recomendable que estén las centrífugas y otros aparatos delicados en la misma superficie.