Control de calidad: mantenimiento y calibración de equipos de laboratorio

La limpieza externa de la mayor parte de los aparatos requiere agua y un detergente suave.

Cubetas. Debe adecuarse el material del que están construidas a la radiación electromagnética que va a usarse.

– Se debe limpiar en profundidad,
– Utilizarse secas, y tener mucho cuidado de no dejar en ellas huellas dactilares esto se evita si se trabaja con guantes que, por otra parte, serán imprescindibles, ya que se estarán manejando sustancias que no pueden ponerse en contacto con la piel.

Termómetros. De los termómetros de mercurio, que miden adecuadamente entre algunos
grados centígrados bajo cero y más de 300º C, se prefieren aquellos cuyo capilar no sea muy
fino
y con un bulbo no excesivamente grueso.

Los termómetros de uso en los laboratorios pueden calibrarse, dos veces por año, mediante termómetros de referencia que empresas u organismos oficiales recomienden por su exactitud.

Desionizadores. Las resinas de intercambio tienen una capacidad de intercambio limitada. Pueden regenerarse tratándolas con ácidos o bases.

Neveras y congeladores. Si se debe controlar la temperatura de las neveras y congeladores, se tomará nota de ello diariamente.

Es recomendable poner cerca de la puerta aquellos elementos que más se utilizan, al objeto de que el frigorífico esté abierto el menor tiempo posible. Asimismo, debe seguirse el mantenimiento, programa de descongelaciones y demás instrucciones que recomiende el fabricante.

Baños de agua. La temperatura del baño, como en el caso de neveras y congeladores, se anotará a diario, en caso de control estricto. Los baños se llenan con agua destilada, siendo conveniente marcar el nivel al que se quieren llenar.

Centrífugas. La velocidad de las centrífugas se mide mediante unos aparatos que se denominan estroboscopios y tacómetros; ambos nos permiten comprobar si la velocidad, en revoluciones por minuto, que la centrífuga indica es verdadera.

La velocidad de las centrífugas puede verificarse cada cierto tiempo. También puede controlarse la
indicación de la velocidad que alcanza, en caso de que tenga un tacómetro interno, con un estroboscopio o un tacómetro externo, y el funcionamiento del reloj de la centrífuga, mediante un cronómetro de calidad apropiada.

Balanzas. Ciertos organismos independientes y casas comerciales establecen las respuestas que deben dar las distintas balanzas.

El nivel debe controlarse frecuentement, si la balanza está nivelada, es decir, que indique cero cuando no tiene nada encima, y la exactitud, pesando una pesa de referencia, la balanza debe marcar la masa de la pesa.

Con menor frecuencia puede controlarse la sensibilidad de la pesada, para lo que se pesan sucesivamente varias pesas de referencia con distintas masas. La balanza debe ofrecer las masas de las pesas con un porcentaje de error tolerable, variando la tolerancia del error según el tipo de
balanza.

Al mismo tiempo que la sensibilidad, puede controlarse también la precisión. Por ello, se pesa
una pesa de referencia varias veces anotando la masa.

Con todas las masas obtenidas se hace la media, se halla la desviación típica y el coeficiente de variación. Esto debe efectuarse con dos o tres masas distintas porque la precisión puede variar con la masa medida.

El coeficiente de variación obtenido ha de estar dentro de unos márgenes que vendrán marcados por la calidad del aparato.

pHmetros. Se han de calibrar con la periodicidad que indique la casa comercial o siguiendo otros protocolos, con soluciones estándar. Frecuentemente, se usan soluciones de pH 7 y de pH 4, aunque esto puede variar.

La parte inferior del electrodo del pHmetro no debe quedar seca, por lo que estará siempre sumergida en una solución, que suele ser de cloruro potásico.

Estufas y hornos. Ambos pueden ser controlados mediante termómetros de referencia.