Aceptación del muestreo del trabajo

Antes de iniciar un programa de muestreo del trabajo, el analista debe “vender” su utilización y confiabilidad a todos los miembros de la organización a quienes puedan afectar los resultados.

Si el programa va a establecer suplementos, debe venderse al sindicato y al supervisor igual que a la administración de la compañía.

Esto se puede lograr con varias sesiones cortas con los representantes de las distintas partes interesadas para explicar ejemplos de la ley de probabilidades e ilustrar por qué funcionan los procedimientos de razón-demora.

En la sesión inicial, el analista debe crear un estudio sencillo lanzando monedas al aire. Todos los participantes reconocerán pronto que al lazar una sola moneda no cargada, cada resultado, cara o cruz, tiene la mitad de oportunidad.

Si se les pregunta cómo determinaría la probabilidad de cada contra cruz, sin duda propondrán lanzar una moneda unas cuantas veces para ver qué ocurre.

Al preguntar si dos veces es suficiente, seguro dirán que no. Tal vez sugieran diez veces, pero podría pensar que todavía no es suficiente. Al sugerir números, más grandes, quizá estén de acuerdo en que 100 veces o más es suficiente para lograr el resultado deseado con cierto grado de seguridad.

Este ejemplo establece con firmeza el principio del muestreo del trabajo: un tamaño de muestra adecuado asegura la significancia estadística.

Después, el analista debe presentar los resultados probables al lanzar cuatro monedas no cargadas. En este caso, sólo existe un arreglo en el que no salen caras en las monedas que caen y sólo uno en el que todas son caras. Sin embargo, tres caras o una son el resultado de cuatro arreglos posibles. Seis arreglos dan dos caras.

Después de esta explicación y una demostración de al distribución con varios lanzamientos y el registro de los resultados, la audiencia deberá estar de acuerdo en que 100 lanzamientos pueden mostrar una distribución normal. Mil lanzamientos tal vez se acerquen más a esa distribución y 100 000 darán una casi perfecta.

Sin embargo, esa distribución no necesariamente es más exacta que la de 1 000 lanzamientos, y en sentido económico no vale la pena el esfuerzo adicional. Esto establece la idea de que primero es rápido el acercamiento a una precisión significativa y después esta velocidad disminuye.

En seguida, el analista debe señalar que una máquina u operario pueden estar de manera figurada en estado de cara o cruz. Por ejemplo, una máquina puede estar en operación (caras) o inactiva (cruz). Una gráfica ac umulada de “en operación” se equilibraría al tomar suficientes datos, y daría indicación de cuándo estaría bien detener las lecturas. Además el estado de máquina “inactiva” podría desglosarse en los diferentes tipos de interrupciones y demoras, para entender con más detalle lo que ocurre en ese tiempo.

Fuente: Apuntes de Métodos y Sistemas de Trabajo de la Unideg