Tratamiento de la regurgitación
La evolución natural de la regurgitación del lactante es a la mejoría espontánea. Por tanto, las metas de tratamiento son: proporcionar un apoyo afectivo a la familia, y si es posible, reducir los síntomas, mientras se evitan las complicaciones.
Las medidas efectivas de apoyo incluyen una respuesta empática y satisfactoria para los temores revelados o no revelados de los padres, y un compromiso de continuo apoyo y disponibilidad durante la evolución de los síntomas
Si no hay evidencia de enfermedad de base (ej.: la regurgitación es la única manifestación del niño con un examen normal), entonces el clínico debe proporcionar un apoyo efectivo incluyendo educación y el compromiso de disponibilidad. Un lactante crónicamente vomitador puede hacer sentir a su madre o padre culpable, deprimido, ansioso e irritable. En muchos casos los aspectos psicosociales de la regurgitación son los más relevantes y requieren guías.
En el seguimiento, si no ha habido cambios, en ausencia de nuevos síntomas o signos, se pueden, además, sugerir modificaciones de la alimentación (con espesantes normocalóricos e isoosmolares, si el niño recibe alimentación artificial), la posición prona para el descanso vigil postprandial, la racionalización de la alimentación, sin sobrealimentar y un ambiente tranquilo al momento de la alimentación y el período postprandial, tanto como para los padres como para el lactante.
Si estos cambios de hábito funcionan, ellos pueden ser mantenidos por algunos meses. Si no hay cambios favorables, se puede agregar un procinético, que tenga un buen índice de seguridad, como ensayo terapéutico. Se les debe informar a los padres que el medicamento no va a curar la regurgitación sino que va a reducir el síntoma mientras el tubo digestivo «madura«.
Aquellos medicamentos que mejoran la motilidad gástrica y esofágica van a reducir los índices de RGE. Aunque el prescribir medicamentos para un trastorno funcional puede aumentar la percepción de los padres respecto a la vulnerabilidad del niño, esto puede ser compensado por la resolución del síntoma.
Los padres deben ser apoyados recordándoles la analogía con el uso de acetaminofeno para el manejo de la fiebre: un medicamento que trata el síntoma y no la causa. El entusiasmo para referir lactantes regurgitadores al gastroenterólogo debe ser evitado o contenido con el conocimiento de que la gran mayoría de los lactantes, especialmente aquéllos que no tienen condiciones médicas preexistentes, no desarrollarán Enfermedad por RGE.
Los lactantes subjetivamente saludables, que regurgitan, no necesitan estudios de laboratorio, que pueden resultar preocupantes, caros y en ocasiones iatrogénicos. El apoyo a la familia está en el repertorio del médico primario. Debieran reservarse las referencias a especialistas cuando aparecen alteraciones gastrointestinales significativas: disfagia, neumonía aspirativa, desnutrición, o cuando ha habido alguna falla en terapia empírica y/o persistencia de la regurgitación diaria pasado el primer año.
Fuente: Manual de pediatría por Dr. Paul Harris, Dr. Francisco Larraín y Dr. Ernesto Guiraldes de la escuela.med.puc.cl