Tratamiento de los cólicos en el paciente pediátrico

La aproximación terapéutica debiera entenderse más bien como manejo más que como tratamiento debido que, excepto unos pocos casos en el cual el cólico puede ser asociado a una enfermedad, los cambios logrados en la frecuencia e intensidad del llanto con el manejo médico son infrecuentes.

Las enfermedades asociadas incidentalmente al cólico infantil pueden además aumentar el llanto típico de los primeros 3 meses, de manera que el tratamiento exitoso de la enfermedad asociada puede no eliminar necesariamente el llanto basal de un lactante. Consecuentemente, las metas del manejo son:

– Reducir la cantidad de llanto si es posible,
– Reducir la preocupación de los padres en relación al llanto,
– Prevenir consecuencias negativas para el lactante y sus padres.

Una investigación analítica de los estudios publicados en la literatura muestra que casi ninguna de las numerosas intervenciones terapéuticas propuestas es claramente beneficiosa. Estas intervenciones incluyen el uso de:

– diciclomina;
– dietas hipoalergénicas para lactantes y sus madres;
– fórmulas de soya;
– fórmulas sin lactosa;
– uso de enzimas que contienen lactasa;
– simeticona;
– infusiones de hierbas.

La diciclomina ha demostrado ser de cierta utilidad pero la posibilidad de reacciones adversas, algunas de ellas serias, ha limitado su uso, a tal punto que ha sido retirada del arsenal terapéutico de varios países.

Se ha demostrado que el empleo de medicamentos antiespasmódicos, conducta muy frecuente en algunos ambientes, es no sólo ineficaz sino que peligroso, por inducir una gradiente de efectos adversos sobre la motilidad intestinal, que pueden llegar hasta el íleo.

La aparente resolución del llanto que a veces se observa en el corto plazo, es más que nada explicable por la acción de los barbitúricos contenidos en algunos de estos preparados, en tanto que el componente «antiespasmódico» de tales fármacos puede provocar hipertonía del esfínter anal, y exacerbación del síntoma en el mediano y largo plazo.

Las recientes revisiones publicadas en la literatura médica, que se ciñen a la metodología de la Medicina Basada en Evidencia, resaltan el hecho de que los niños tratados con medidas «placebo» muestran mejoría de los cólicos en proporciones variables (entre 5% y 83% de los casos). Es posible que una buena parte de esta variación sea debida al azar, al hecho de que los cólicos infantiles en la gran mayoría de los casos ceden espontáneamente a los tres meses de edad o a problemas metodológicos en los estudios respectivos. El hecho concreto es que no hay evidencia de que alguna intervención terapéutica sea verdaderamente efectiva.

Algunos grupos proponen, con razonables argumentos, que los cólicos infantiles -o al menos una proporción importante de ellos- reflejan el hecho de que entre el mes y los cuatro meses de edad, un proporción importante de lactantes pasa por un período de transitoria y no bien explicada hipertonía del esfínter anal en que existe una aparente dificultad para coordinar el pujo que precede a la defecación, (un requisito para ésta), con la relajación del piso pelviano, acto éste que completa el proceso defecatorio. Así, al no poder producirse una defecación normal, y mantenerse el esfínter cerrado por un período largo, las ondas contráctiles generadas por el intestino grueso se encuentran con un cabo distal: el aparato esfinteriano, cerrado.

Estas ondas, de intensidad importante, son interpretadas como una manifestación dolorosa y pudieran ser responsables del cólico infantil. El uso empírico de recursos mecánicos simples, como el favorecer la apertura del canal anal con una sonda o un supositorio blando (de glicerina) con frecuencia provoca la expulsión explosiva de heces blandas y gas y suele aliviar el llanto del lactante.

Fuente: Manual de pediatría por Dr. Paul Harris, Dr. Francisco Larraín y Dr. Ernesto Guiraldes de la escuela.med.puc.cl