La identidad macroeconómica básica

El modelo de flujo circular debe sufrir una adaptación que le permita ser utilizado para explicar el funcionamiento del entorno macroeconómico. La necesidad de bienes y servicios (gasto o demanda agregada) tira de la producción (oferta agregada), y para satisfacer aquella demanda las empresas tendrán que pagar unas rentas como contraprestación de los factores productivos. A su vez, la renta permite realizar el gasto, iniciándose un nuevo ciclo. Por esta razón se establece una significativa identidad que siempre deberá cumplirse:

GASTO = PRODUCCION = RENTA

DA = OA = Y

La riqueza y el bienestar de una población va a depender de que esta identidad se produzca a un nivel alto de producción, renta y gasto.

Puesto que la complejidad del entorno económico es grande, los modelos explicativos tienden a simplificar la realidad, eligiendo aquellas variables que consideran significativas para la predicción. De esta forma, el modelo keynesiano puso el énfasis en la demanda agregada. Al determinar la demanda, el resto sería también conocido. Incluso llegó a dar un paso más: si el Estado, mediante la política fis cal o monetaria, pudiera aumentar el gasto, la producción y la renta se incrementarían también. Esta teoría desarrolló los modelos de demanda, que han funcionado bastante bien hasta los años setenta.

A partir de la crisis originada por el alza del precio de las materias primas, y del proceso de estanflación que originó, el modelo no fue capaz de explicar situaciones simultáneas de inflación y desempleo. Desde entonces, los economistas han ido dando cada vez una mayor relevancia al estudio de la oferta agregada, y en la actualidad el modelo más empleado integra el análisis keynesiano de la demanda junto con el estudio de la oferta agregada.

Es necesario introducir una nueva herramienta desde estas primeras páginas: la idea del equilibrio económico. Debemos tener siempre presente que el equilibrio económico, lejos de indicar una situación óptima, implica el fin de un proceso: el punto al que las fuerzas económicas llegan por sí solas, sin que exista tendencia alguna a alterar esta posición.

Esta herramienta, que puede parecer simple, es relevante y ha suscitado numerosas polémicas. A partir de su concepción podemos diferenciar dos grandes grupos de planteamientos: los liberales (a veces llamados monetaristas), que afirman que dejando a la economía que busque su propio equilibrio se consigue la mejor situación posible, y los intervencionistas (también denominados keynesianos), que sostienen que el equilibrio económico no supone en absoluto situaciones óptimas, y que cierta intervención del Estado puede conseguir una mejor posición en términos de empleo y bienestar. Ambas posturas parecen ciertas según los casos, una vez superados los dogmas ideológicos.

Fuente: Apuntes de Macroeconomía de la Unideg