Hacer felices a los demás

La risa es contagiosa, es mucho más sencillo estallar en carcajadas cuando estamos con otra gente. Y con la felicidad, de cierta forma, pasa lo mismo. Cuando somos capaces de darle a los demás, cuando ayudamos a que otras personas sean felices, es en ese momento que somos felices nosotros también.

No es que la felicidad pase exclusivamente por un deseo personal y egoísta de sentirse bien. Muchas veces, como parece demostrarlo las diversas investigaciones que se han hecho, en el campo de lo humano y también algunas en el campo de lo físico, el hecho de ser desprendidos también tiene una recompensa en sí mismo. Por supuesto, podríamos entrar en una discusión estéril y que no nos aporta nada en este momento, contraponiendo las dos posiciones: la que dice que, si estamos haciendo algo que nos hace sentir bien, entonces estamos siendo egoístas y la otra que dice que no.

Pero la verdad es que esto no importa demasiado. El resultado, al menos en este caso, es mucho más valioso que los motivos por los cuales se realizan las acciones (esto, sin embargo, no es una norma de vida; no una, al menos, que sea una buena idea seguir. Seguir la idea de que el fin justifica los medios es un camino hacia algunas aberraciones y suponer que el fin justifica las intenciones a veces también puede ser un problema).

¿Tiene importancia si lo hicimos por nosotros mismos o si lo hicimos por el otro, cuando vemos la expresión de felicidad de nuestro amigo al que le dimos una mano? Yo diría que no.… y que si, a la vez. En el gran contexto y, en especial, en el contexto de la vida de nuestro amigo, la verdad es que no tiene tanta importancia. Pero para nosotros sí puede tener importancia. Pasa exclusivamente por una cuestión personal.

Igualmente, hay motivos claros por los cuales el ser una persona que se encarga de los demás y que es desprendida suele redundar en ser más felices. Las emociones de los demás nos influencian y estar rodeados de personas que se encuentran bien y saber que tuvimos algo que ver con eso es indudablemente una fuente de alegría constante, permanente. Como decíamos al principio, uno de nuestros objetivos en la vida debería ser el ayudar a los demás a ser felices, tanto por nosotros mismos como por ellos. Y esto no es una tarea tan imposible como podría parecer a simple vista.