Supuesto del modelo

Nuestro modelo imagina los deseos de gasto de una economía (Demanda Agregada) divididos en cuatro sectores que demandan bienes y servicios: las familias, que demandan bienes para su consumo; las empresas, que además de ser las unidades de producción demandan bienes para inversión; el Estado o sector público, que igualmente demanda bienes y servicios que son consumidos en forma de gasto público (también invierten en infraestructura, etc.); y el sector exterior o resto del mundo, que solicita parte de nuestros bienes como exportaciones y al mismo tiempo ofrece una parte de su producción para nuestro gasto denominada importaciones. En nuestro modelo inicial tan sólo consideraremos dos sectores: las familias y las empresas, lo que implica que nuestra demanda de bienes tiene dos componentes: consumo (C) e inversión (I).

Normalmente, los modelos macroeconómicos más simplificados suelen constar de cuatro mercados: bienes y servicios, dinero, activos financieros rentables (bonos) y trabajo. En principio consideraremos exclusivamente el mercado de bienes y servicios. Es un mercado de un solo bien cuyo nivel de producción (y renta de la economía) denominaremos Y. El nivel de Y es la variable clave de nuestro modelo. Si es alto significa que la economía crece, hay más empleo, más bienes y más bienestar para la población.

Por eso determinar el nivel de Y es tan importante. Tener una sola clase de bienes implica también que sirven tanto para el consumo como para la inversión. Los empresarios deciden los bienes que quieren para invertir, es decir, bienes que se utilizan para producir más bienes; y las familias, los bienes que desean para el consumo. Pero en el modelo son todos iguales. El supuesto parece igualmente irreal, pero expresa muy bien la idea del ahorro. Si queremos invertir necesitamos dejar de consumir (ahorrar) y canalizar estos ahorros a la inversión.

El modelo que estudiaremos es también a corto plazo. La diferencia entre el largo plazo y el corto ha sido fuente de debate y controversia. El enfoque a largo plazo predominó en el análisis económico hasta el primer tercio de este siglo. Un célebre economista (J. M. Keynes) cambió este enfoque, y una de sus más conocidas frases se acuño para siempre: «a largo plazo todos estamos muertos». ¿Qué significa el corto plazo? Que hay cosas que no se pueden cambiar en él. El tiempo es una variable clave en economía. A largo plazo (cincuenta años, por ejemplo), todo es posible. Nuestro nivel de renta puede conocer cotas muy altas, puede haber desaparecido el problema de la inflación y el desempleo…

A corto plazo, en cambio, hay cosas que hay que aceptar como dadas, inalterables en el modelo: por ejemplo, la población, el stock de capital, la tecnología, la estructura productiva del país. Indudablemente siempre estamos en un corto plazo cambiante, el devenir económico es dinámico y está en continuo movimiento. Esta realidad para las abstracciones teóricas es terrible. Cuando empezamos a conocer una realidad, ya está cambiando. Para salvar esta l imitación se utilizan modelos a corto plazo de «equilibrio estático». Esto significa que estudiamos una situación y vemos cuál es el escenario al que tiende. A este estadio final le llamamos equilibrio del modelo. Si se produce algún cambio que queramos analizar introducimos esta perturbación en el modelo y estudiamos el nuevo equilibrio. De la comparación de ambos equilibrios nace el «análisis estático comparativo». Esta es nuestra forma de proceder: nos movemos de un equilibrio a corto plazo a otro equilibrio a corto, y así marchamos hacia el largo plazo.

Una cuestión es muy importante. El estudio del equilibrio es nuestro objetivo, pero lo relevante es conocer por qué la economía va en esa dirección y no en otra. Hay que entender y dominar los procesos económicos para poder hacer el análisis estático comparativo y poder analizar la incidencia de cualquier shock en la economía de un país.

Son necesarios dos supuestos más. Los precios son constantes. Este supuesto en las economías actuales es muy duro o irreal. Pero introducir desde el principio la variación de precios no garantiza que se pueda comprender esta primera etapa. Hay que tener paciencia; no obstante iremos señalando con frecuencia las implicaciones posibles si los precios se alteran. Este supuesto va muy relacionado con el último: las empresas son precio aceptantes. Esto significa que las empresas desean producir todo lo posible para satisfacer la demanda a un determinado precio.

Es muy importante esta cuestión. Si la demanda de bienes para la que produce una empresa es muy fuerte, el empresario puede hacer cuatro cosas:

1) no producir más ni subir el precio, que para nosotros es irracional puesto que si produce es porque el empresario recibe ingresos en forma de beneficios, dividendos, etc., y suponemos que nuestros agentes económicos son racionales;

2) aumentar la producción;

3) aumentar los precios;

4) ambas cosas. Estamos, pues, afirmando que ante un aumento de la demanda los empresarios producen más al mismo precio.

Cuando el modelo estudie la Oferta Agrega-da, admitiremos que a corto plazo suben la producción y los precios ante una presión de la demanda, y a largo plazo sólo suben los precios, ya que se supone que la economía está en pleno empleo y no es posible producir más.

Una última advertencia antes de empezar: las variables están en términos reales, no nominales. Si el consumo crece no significa que las familias adquieren los mismos bienes a mayor precio, sino que compran más bienes. Además, los precios de momento son constantes.

Fuente: Apuntes de Macroeconomía de la Unideg