Mecanismos para ayudar a la risa

La diferencia

Algo que puede ayudarnos mucho a predisponernos de una forma fuerte a la risa es hacer las cosas de una forma distinta a la que estamos acostumbrados a hacerlas. Es una forma de romper un poco con la rutina y hasta burlarnos un poco de nosotros mismos, sintiéndonos torpes o, al menos, no tan eficientes como de costumbre.

Nos referimos a tonterías como, por ejemplo, comer con la mano cambiada o escribir con la mano menos hábil. Esto rompe un poco con la rutina y fuerza a un cierto esfuerzo físico y mental, a un desarrollo de habilidad nueva. Pero, por otro lado, también nos hace sentirnos torpes y un tanto tantos. Esto no nos va a hacer reír, pero va a predisponernos a la risa y, especialmente, va a obligarnos a no tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos.

El ambiente

El ambiente que tenemos alrededor juega un papel importantísimo en la forma en que nos sentimos y en nuestro estado de humor. Si estamos en un lugar depresivo, pintado en tonos oscuros, mal iluminado, con una total apatía en su decoración, lo más probable es que nuestro estado de ánimo se termine pareciendo a eso.

Si, por otro lado, el lugar donde estamos está bien iluminado, es colorido, tiene una decoración que nos resulta jocosa o, al menos, alegre, entonces esto nos va a predisponer a estar de buen humor y a reírnos de cualquier cosa que nos parezca por lo menos un poco graciosa.

Una buena idea, en especial si es una oficina o lugar de trabajo, es relajar un poco la atmósfera no solo decorándola a nuestro gusto (en tanto esto sea posible) sino además agregando pósters o carteles humorísticos al lugar. Pueden ser fotos de animales o personas con algún comentario ocurrente o cualquier otra cosa. Personajes de tiras de diarios que nos gusten o, inclusive, las propias tiras fotocopiadas o aumentadas (para que sea más fácil leerlas, aún cuando no estamos al lado).

Este tipo de cosas va a hacer que en cualquier momento nos topemos con una de ellas y soltemos una carcajada. Podemos cambiarlas cada tanto, para que mantengan la novedad y no se vuelvan viejas y gastadas. Además, impulsaran nuestra propia creatividad y terminaremos haciendo nuestros propios chistes y riéndonos de las cosas que se nos ocurren.

Las bromas

Una variante de las respuestas humorísticas son las bromas. En realidad, no son una variante, pero son una forma de llevar un poco de buen humor de vez en cuando. Todos tenemos un amigo que cuenta chistes en fiestas y cosas así y sabemos cómo puede hacer que el momento más aburrido se convierta en un festival de diversión. Esto es algo a tener en cuenta.

Lo que podemos hacer es aprender al menos una broma por semana, un chiste de esos que requieren de que contemos una “historia” (que preparemos el ambiente) y luego terminemos con un remate. Estos pueden ser muy efectivos, cuando están bien contados, para lo cual se necesita un poco de práctica.

Podemos encontrar montones de chistes en Internet o nuestros amigos seguros saben muchos. Algunos son buenos, otros no tanto, pero bien contados todos pueden sacar una sonrisa. Si aprendemos un chiste por semana y lo repartimos, lo contamos, haremos que todos se sientan un poco mejor.

Igual, recordemos que los chistes son solo una parte del humor y que está en nosotros realmente ser graciosos o no. Y que es mejor el crear nuestros propios momentos humorísticos que recurrir siempre a los chistes de suegras y cosas por el estilo.

Contagio

Como también hemos dichos varias veces a lo largo de los capítulos, la risa es altamente contagiosa. Es probablemente lo único que es contagioso y que nos resulta benéfico a la vez.

Si tenemos problemas para reírnos en soledad, lo mejor que podemos hacer es llamar a alguno de nuestros amigos o de las personas con las que más disfrutemos de pasar un buen rato. Cuando estamos en un grupo, no solo se multiplican las posibilidades de que alguien diga algo humorístico, sino que cuando alguien empieza a reír más fácil se le hará a los demás seguirlo. Es una forma de romper el hielo. Una vez que alguien da el puntapié inicial, el resto de las personas lo seguirá. Es una forma de retroalimentación que hace que cada vez riamos más y con mayor fuerza.

Siempre hay un grupo en particular de gente que tiene mayor facilidad para hacernos reír. Cuando estamos necesitando de pasar un momento humorístico, lo mejor que podemos hacer es llamarlos. El contagio de la risa es la mejor arma que tenemos para ser capaces de reír.

No tomarse demasiado en serio

Lo que deberíamos hacer, al menos al comienzo, es enfocar el humor en nosotros mismos, en nuestros propios defectos y puntos débiles, en nuestras propias contradicciones internas. O sea, no deberíamos tomarnos demasiado en serio, sino hacer girar nuestro humor en torno a nuestra persona.

Aquellas personas que no pueden reírse de si mismas no pueden tampoco hacerlo de los demás. Nadie es perfecto y todos damos motivos para los chistes. Esto es una verdad innegable. ¿Qué pasa si alguien hace un chiste sobre nosotros, sobre algo tonto o gracioso que hayamos hecho, y no somos capaces de entenderlo como un chiste, sino que nos enojamos? ¿Esa persona puede luego aceptar un chiste que nosotros hagamos sobre ellos? ¿O reaccionara de la misma forma en que lo hemos hecho nosotros?

La capacidad de no tomarse uno mismo demasiado en serio (sin necesidad de, por eso, convertirse en una caricatura, respetándonos pero a la vez entendiendo que todos damos, en algún momento, de una forma u otra, pie para que alguien haga chistes con nosotros) nos da una forma distinta de mirarnos. Es comprender que, pese a no ser perfectos, esto no tiene que ser, de ninguna forma, motivo de amargura, sino que nos marca como seres humanos.

Y, con respecto a los demás, todo el mundo prefiere a una persona capaz de tomarse los comentarios con humor. No quiere decir que debemos soportar la falta de respeto, pero si los chistes bien intencionados. Y, eventualmente, los contestaremos con nuestros propios chistes sobre los demás. Esto genera un clima de camaradería muy agradable.

Catarsis

El humor no es, por supuesto, la única forma de hacer catarsis. Las lágrimas también juegan un papel importante para hacer que nos sintamos mejor. Llorar y reír son caminos que nos llevan a sentirnos mejor y que no debemos tener miedo de tomar, bajo ninguna circunstancia.

Compartir nuestros problemas con los demás es una de las mejores formas de comenzar a andar esa senda. Los seres humanos somos animales sociales, esto quiere decir que necesitamos de los demás seres humanos para entablar relaciones con ellos. No podríamos vivir de otra forma.

El niño interno

Todos tenemos un niño adentro. Es una frase vieja (tanto como aquella otra que dice que todos tenemos veinte años en un lugar del corazón) pero que no por esto (o, tal vez, justamente por causa de esto) deja de ser verdad. El problema es que, muchas veces, con la necesidad que tenemos de ser adultos, nos olvidamos de cómo expresar lo que ese niño puede expresar.

Y una de las características que tienen los niños es la facilidad que tienen para reír, de cualquier cosa y hasta sin motivo. Es algo natural a ellos, que parece ir perdiéndose a medida que vamos creciendo y nos dejamos envolver por las responsabilidades, el trabajo y la educación que nos separa de la forma en que somos por naturaleza.

El niño interno nos permite jugar, disfrutar y reír en libertad. Si podemos encontrarlo (y no hay dudas de que esta allí, y que se lo puede encontrar con un poco de esfuerzo) y darle espacio en nuestras vidas, exteriorizar lo que él desea hacer, entonces nos resultara mucho más fácil reír con los problemas y también con las cosas que nos resultan graciosas. Volveremos a un estado en que nos resultaba sencillo y no un trabajo, en que la alegría era nuestro estado natural. Expresar esto nos hará muy bien.

Ser positivos

Hay que ser positivos. No hay forma de estar de buen humor y disfrutando si estamos todo el tiempo pensado en forma negativa, o si estamos siendo negativos con los demás.

Ser positivos va más allá de pensar de forma optimista. Es también ser capaces de demostrarle a los demás que estamos contentos con las cosas que hacen y como lo hacen. Si vemos a alguien haciendo que nos parece bueno o de una forma que nos parece correcta o especialmente inteligente, debemos decírselo.

Notar esos detalles hace que la gente se sienta mucho mejor y esto redunda en que también nosotros nos sintamos mucho mejor. Además, también la actitud positiva, como la risa, es contagiosa. Si la comenzamos, eventualmente otras personas seguirán implementando la misma actitud positiva que nosotros estamos implementando. Es un círculo virtuoso.

Objetos divertidos

Mantengamos todos esos objetos divertidos de los que hemos hablado en puntos anteriores cerca nuestro, en lugares donde los podemos encontrar fácilmente o donde nuestra vista se los puede chocar por accidente. Esto hace que en cualquier momento podamos pasar un buen momento, tener una pequeña pausa de risa, gracias a la correcta colocación de un póster humorístico o de una nota de un diario que conservamos en un lugar visible.

Y tratemos de tenerlos siempre con nosotros. Nunca sabemos cuándo podemos necesitarlo y tenerlos cerca es una necesidad después de un tiempo. Prueben y van a ver.

Balance

Con todo esto que hemos dicho, y si seguimos todo al pie de la letra, pero lo llevamos al extremo, nos daremos cuenta de que nos hemos convertido en caricaturas, siempre buscando hacer reír. No es esto lo que estamos interesados en conseguir. En realidad, hay que seguir estos consejos y ponerlos en práctica, pero sin olvidarnos nunca de que lo que buscamos es ser seres humanos completos, y que los seres humanos completos son complejos, no actúan siempre de la misma manera.

Hacer chistes o reírnos todo el tiempo nos convierte en seres unidimensionales, que no pueden ser tomados en serio por nadie en su sano juicio. Hay momentos para todo y formas de hacer todo. Lo que buscamos es tener un balance entre la seriedad y el humor, entre la capacidad de analizar y pensar las cosas y la habilidad (invaluable) de reírnos de las cosas (buenas o malas) que suceden a nuestro alrededor.

No estamos tratando de convertirnos en comediantes, capaces de hacer reír a todas las personas a nuestro alrededor, sino en seres humanos completos que puedan hacer reír y hacer reflexionar, que puedan ser tomados en serio y respetados, pero que también sean capaces de entender que no son lo más importante del universo y que también tienen defectos como los demás. En fin, en ser personas compuestas, complejas y reales