Educación y valores

Las sociedades actuales plantean un conjunto de exigencias al sistema educativo relacionadas con la formación en valores de los alumnos. Ello obedece a un conjunto muy complejo de razones. Entre ellas podemos mencionar las siguientes:

1) El rápido cambio que sufren las sociedades, las economías, las formas de producción, han ocasionado una incertidumbre acerca de lo que antes no se dudaba y, en muchos casos, una correspondiente «crisis» de valores: los anteriores ya no responden a las realidades actuales, pero no se ha generado el proceso cultural necesario para generar valores nuevos.

2) El equivocado rumbo del desarrollo económico, que ha provocado la exclusión de mayorías poblacionales de los procesos sociales, económicos y culturales en países como el nuestro, no puede más que generar entre sus víctimas sentimientos de impotencia, frustración e incluso ira que se transforman en crimen y violencia. La angustia de vivir en sociedades donde priva la inseguridad ”de sobrevivencia para los más, de integridad física para los que algo tienen” a su vez alimenta antivalores de competencia, individualistas, de venganza y de sobrevivencia del más apto a costa de los más débiles, que claramente aparecen como disruptores de la posibilidad de convivencia armónica.

3) El desencanto con las formas de gobierno que permiten que los individuos se beneficien personalmente de los puestos que son para el servicio de los demás, que no representan los intereses de las mayorías, y que entorpecen en lugar de favorecer los procesos de desarrollo; formas de gobierno en las que las leyes se hacen para violarlas y donde priva la impunidad ”realidad propia tanto de los países con dictaduras como de aquéllos con democracias imperfectas (casi todos)”, y la ausencia de alternativas a estos sistemas, desmorona los valores nacionales y cívicos y genera actitudes de «sálvese quien pueda», lo que a su vez impide construir sociedad.

4) Específicamente en el caso latinoamericano, se recurre al sistema educativo con insistencia para prevenir las violaciones a los derechos humanos y para evitar que se vuelvan a presentar situaciones como las que muchos países de la región sufrieron durante los años setenta y ochenta. Las exigencias de formación valoral en el subcontinente latinoamericano giran fundamentalmente en torno a la formación de ciudadanos capaces de conocer, defender y promover los derechos humanos, tanto de ciudadanos como de pueblos. Los planteamientos reconocen que en los derechos humanos se encuentran las bases para una formación valoral profunda y completa, capaz a la vez de limitar los riesgos del adoctrinamiento propios de todo intento de educación valoral.

5) A escala mundial, el proceso irreversible de globalización plantea una doble exigencia, aparentemente contradictoria en el terreno de los valores: la necesidad de comprender y respetar las diferencias culturales, y la necesidad de fortalecer el sentido de identidad y pertenencia a un grupo y a una nación con valores, identidad y expresiones culturales propias. Esto no hemos logrado hacerlo internamente en los países con realidades multiculturales. En prácticamente todos ellos existen manifestaciones claras de prejuicio, racismo y discriminación por razón del color de piel, de la lengua o de la religión, que claramente tienen que combatirse. Cuánto más difícil será prepararnos para vivir en un mundo plural con la actitud básica de respeto y valoración de lo diferente.

6) En todas partes, y notablemente en países como los nuestros, la situación de la mujer contradice todas las declaraciones que a nivel internacional se vienen haciendo sobre sus derechos y la igualdad fundamental ante la ley. Degradación, trato desigual, discriminación, abierto abuso, cobijado todo ello bajo la visión de «naturalidad» de la superioridad masculina.

Enfrentar estos problemas es exigencia que hacen sociedades, o grupos sociales, a la escuela. Educación moral, educación para la democracia, educación para los derechos humanos, educación para el respeto a la mujer, educación para la multiculturidad y el pluralismo, son retos que se sabe no pueden ser enfrentados solamente por las instituciones tradicionalmente encargadas de formar en valores: familia e iglesias. Su abordaje requiere formación humana e intelectual de sus promotores, constancia y sistematicidad, coherencia y congruencia, gradualidad y relación con los contenidos curriculares y con el contexto circundante. Sólo el sistema educativo, a través de la escuela, puede ofrecer un proceso formativo con estas características.

Los sistemas educativos, a través de la escuela, han venido cumpliendofunciones de formación valoral, cívica y para la democracia a lo largo de su historia institucional. Mientras las sociedades evolucionaron establemente, llevar a cabo estas funciones no presentó mayor problema: era parte de latransmisión de la cultura de la humanidad y/o nación. Tan bien lo han logrado que en el campo de la sociología de la educación ha surgido una corriente que atribuye a la escuela la función de reproducir la ideología dominante, y que en general sostiene que lo ha realizado de manera ejemplar.

No obstante, para enfrentar estos retos novedosos los sistemas educativos se encuentran pobremente dotados. Además, reaccionan de manera justificadamente temerosa ante planteamientos como los anteriores, pues resulta difícil en las circunstancias actuales evitar caer, en todos los casos, en procesos de adoctrinamiento, que todos sabemos y los maestros también, van en contra de los principios educativos que favorecen el desarrollo de sujetos autónomos ”también en lo moral”, y en los que creemos la inmensa mayoría de quienes estamos involucrados en actividades de naturaleza educativa.

Resulta cada vez más difícil que los sistemas educativos pongan oídos sordos a las exigencias sociales que, fundamentalmente, demandan de la escuela unaformación ética y moral que permita la convivencia armónica ”lo que no significa libre de conflictos” en las sociedades en las que vivimos. Los sistemas educativos están, inevitablemente, fundados en valores. Estos pervaden los sistemas educativos. Como bien nos dicen los filósofos de la educación, todas las elecciones que deben hacerse en educación ”desde los contenidos, las metodología, los tipos de maestros” están basados en la visión que esa sociedad tiene de «lo que vale la pena», es decir, en un conjunto de valores.

Lo que parece no ocurrir con toda la eficacia que la sociedad quisiera es la apropiación de esos valores por parte de los educandos, que en un número creciente de casos están apropiándose de valores, o al menos de criterios de juicio y comportamiento, procedentes de otras fuentes, extraescolares, entre las cuales los medios de comunicación, por cierto cada vez más globalizados, juegan un papel importante.

Fuente: Revista de Educación y Valores – Guadalajara Jalisco México