Lenguaje como discurso
Paul Ricoeur define al discurso como “la primera unidad del lenguaje y el pensamiento”, y la explica como el entrelazamiento de por lo menos un nombre y un verbo. Aristóteles dice lo mismo en su tratado sobre la Interpretación. “Un nombre tiene un significado y un verbo tiene, además de un significado, una indicación del tiempo. Solamente su unión produce un nexo predicativo, que puede ser llamado logos, discurso”.
Estas definiciones plantean un problema antaño: Los estudiosos del lenguaje se han centrado en el análisis de su estructura y sistema y no con su uso, filosofía de Ferdinand de Saussure, considerado como el “padre de la lingüística”. Sin embargo, esta filosofía se separa del estudio objetivo del lenguaje, dado que “un mensaje es arbitrario y contingente, mientras que un código es sistemático y obligatorio para una comunidad de hablantes”
A lo largo de nuestra vida, emitimos un sin fin de mensajes llenos de intenciones y arbitrarios en gran medida, dado que combinamos las palabras a nuestro arbitrio, me atrevería a afirmar que nuestro conocimiento sobre la lengua es pobre, en la medida en que la utilizamos para resolver solo nuestras necesidades de comunicación, pocas veces nos preocupamos por analizar la estructura de nuestros mensajes, medimos la eficiencia de lo que decimos o escribimos, en la respuesta o entendimiento de nuestros receptores.
“El lenguaje como discurso ha desaparecido”, pues “ya no aparece como la mediación entre mentes y cosas. Constituye un mundo en sí mismo, dentro del cual cada elemento sólo se refiere a elementos del mismo sistema, gracias a la interacción de oposiciones y diferencias constitutivas del sistema. El lenguaje ya no es tratado como una forma de vida, sino como un sistema autosuficiente de relaciones internas”
Nuestra lengua es una lengua viva, es decir que cualquier estudio sobre ella, debe incluir el uso que le dan sus hablantes, intentar analizarla sólo por su estructura de sistema, es en vano. El lenguaje es rico, en la medida en que se practica y dista mucho su estructura formal, del uso cotidiano que ha tenido en las distintas épocas, a partir de su creación. Debemos partir de que para los sistemas digitales lo gráfico es un tipo de información tan maleable como lo textual o lo literario. Letra y dibujo son la misma cosa: mapas binarios.
La verdadera revolución podría describirse como la fusión de letra e imagen: para un ordenador, una letra puede ser un dibujo y un textoliterario una imagen. Los ordenadores están produciendo un vuelco total en los lenguajes, géneros, estilos, etc. Y, como consecuencia, también en el público. Se impone el aprendizaje de nuevos lenguajes: el inglés, que es ya base de toda la tecnología; el de los ordenadores, que no es otro que el saber manejarlos y conocer su lógica (como un coche o un vídeo) y, por supuesto, el de las imágenes: saber leer en ellas nociones como inestabilidad, simetría, simplicidad, complejidad, transparencia, opacidad, profundidad, llaneza, desorden, secuencialidad, agudeza, contraste, etc. A esa habilidad para interpretar y manipular mensajes visuales, se le ha llamado visualidad o alfabetismo gráfico.
La tendencia humana general es precisamente gráfica, visual, más que literal. Entender las cosas fácil y rápidamente, de un vistazo, por complejas que sean. Pero todos los lenguajes se mezclan constantemente a la vez y en el tiempo, dándose difícilmente uno de ellos en estado puro, aunque es en ese estado donde hay que congelarlo para su estudio, teniendo en cuenta que tanto la realidad como el lenguaje que la expresa están en continuo cambio. Pero, además, la información gráfica puede ser tratada también en el ordenador – con técnicas específicas– como un arte informativo a caballo entre lo plástico y lo literario. La belleza es parte del lenguaje gráfico como lo es del lenguaje literario (Bense, 1957).
Lo visual implica siempre abstracción, esencialidad. Las imágenes están – a su modo y en muchos casos- más cerca de las ideas que las palabras. El lenguaje visual puede acceder a lo universal y no sólo a lo particular; dependiendo del grado de iconicidad, son palabras, conceptos, ideas. Podemos considerar lenguaje una señal de carretera, o la silueta con faldas o pantalones de las puertas de los lavabos, y un mapa de la URSS en una publicación determinada o un logotipo en la televisión o la señal de la hora en la radio.
Fuente: Problemáticas del diseño gráfico de la Universidad de Londres