Historia de las modas

Introducción

La moda fue un invento magníficamente interesante que conformó la modernidad humana. Existe desde el siglo XIV. Apareció espontáneamente como instrumento aristocrático de diferenciación grupal, afirmación de la individualidad y embellecimiento personal. Su nacimiento significó un avance en la sensibilidad occidental.

Por todo ello, su inicial y principal función a lo largo de estos cinco siglos de vida se ha ejercido en el ámbito de la indumentaria. La moda fue la encarnación de la mediación entre una idea y su realización, para lo cual desarrolló toda la fuerza emocional de los iconos y los símbolos.

Su extraordinario desarrollo se debió a la importancia que para el hombre moderno ha tenido progresivamente la apariencia, símbolo sobre el dominio sobre las condiciones de vida. La degeneración de esa lógica deducción por las formas de las imágenes en el delirio y obsesión por el exceso de signos, el espectáculo gratuito y la virtualidad como sustituta real del mundo tangible, cierra una historia singular. Y abre también nuevas incógnitas.

Los expertos señalan tres etapas básicas en la historia de lo que se ha llamado moda aplicada a la indumentaria: Etapas: aristocrática, burguesa, consumista.

Etapa aristocrática

Entre los siglos XIV y XIX, su utilidad común es como instrumento social para ‘distinguir la calidad de las personas. Como claro instrumento de poder, las nueva clases burguesas pugnaban por apoderarse del control de ese instrumento definitorio de identidades en las incipientes ciudades de la edad moderna, a las que la moda ayuda a transformarse en el paraíso del ver y ser visto y en el escenario donde exhibir la ilimitada ambición humana de señorear la tierra.

Etapa burguesa

Va desde principios del siglo XIX hasta los años 20 del siglo XX. Se amplía la base social de la moda y crea un nuevo instrumento de diferenciación para esas elites: La Alta Costura, que, a su vez, se convierte en el faro que ilumina la apariencia del mundo divulgando ampliamente los valores burgueses, entre los cuales sobresale el mandato de ser lo que se aparenta y no al revés. La moda consolida su poder de persuasión, su capacidad mediadora entre idea, imagen y realidad, su atractivo como resorte psicológico de creación de deseos. Gracias a este intermediario sutil que es la moda, madre directa de la imagen cinematográfica, se difunden modelos de vida, de emociones, y de comportamientos en el mundo entero.

Etapa consumista

Se inició en los Estados Unidos durante los años veinte de nuestro siglo. En este tiempo no seguir la moda equivale a la exclusión social. La moda en la indumentaria permite a una mayoría de individuos de las sociedades occidentales sentirse como los aristócratas del Renacimiento y los burgueses de la industrialización.

El carácter regresivo de la moda en esta etapa queda siempre oculto tras el carácter dinámico permanente y la intención aparentemente innovadora de sus sucesivos mensajes estéticos y sociales. El dinamismo y la apropiación de la innovación han garantizado su gran éxito entre la juventud, a la que ofreció un protagonismo durante los felices años 20 y, en especial, desde la década de los 60.

La actualidad y las tendencias

Los jóvenes hacen suya la moda hasta el punto de que no conciben una vida sin moda: sin esa orientación decisiva en la vida de cada uno de ellos. La moda ahorra el pensamiento, la elección y finalmente aniquila la incómoda responsabilidad. El enorme éxito, popular y mercantil, de su sistema de imposición de modelos y conductas en el terreno de la indumentaria y las costumbres, la introdujo como know how imprescindible en la emergente industria de los medios comunicación, la economía y la divulgación de modelos políticos y de convivencia.

La actualidad, la noticia, la fama, la notoriedad y la posibilidad de negocio han acabado siendo sinónimos de moda. El sistema de la moda y su lenguaje definen toda la cultura de la imagen simbolizada por el cine, las noticias y el espectáculo en general. Lo que está de moda es, pues, noticia y adquiere así el derecho a ser divulgado por los medios de comunicación más influyentes del globo, que son los que se sitúan al servicio de la moda, convertida en una motivación obligatoria de su conducta. El siglo veinte es, sin duda, el siglo de la moda, ese instrumento capaz de anticiparse a los deseos de las personas.