Diario de campo

Si tu intención es describir la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre.
Albert Einstein 

Esta es una técnica muy útil para los procesos de investigación cualitativa, y va muy de la mano con la observación etnográfica. Al igual que ella, se constituye en un medio que permite el acercamiento del investigador a una realidad cotidiana, para darle la oportunidad de “ver el bosque entre los árboles”; de darse cuenta de fenómenos, actitudes, acciones y percepciones desde los sujetos, para descubrir otro punto de vista, distinto al que los procesos rutinarios le imponen.

No existen reglas fijas para la elaboración de un diario de campo, aunque conviene siempre brindar detalles referentes a la fecha, el tiempo, la forma y el tema de las observaciones que realiza el investigador.

El diario no debe ser un fin en sí mismo, sino un medio para proporcionar información que deberá ser interpretada. Es, entonces, sólo una técnica de mucha utilidad, que construye un instrumento para registrar observaciones puntuales sobre uno, o unos, temas específicos.

Podemos adelantar una definición: el diario de campo es un informe personal, que se usa para recoger información a partir de una serie de acciones de observación amplia, que mantienen una cierta continuidad. Suele contener notas confidenciales sobre observaciones puntuales, sentimientos, reflexiones, interpretaciones o posibles explicaciones, respecto a una temática específica. Es un reflejo escrito de vivencias experienciales en las que el investigador se interesa.

Por lo que toca a su diseño, podemos decir que la elaboración de un diario de campo se compone de:

a).- Una recopilación por escrito (en el momento o retrospectiva) de conductas, acciones y fenómenos;
b).- Una narración lineal sobre lo observado;
c).- Una referencia constante a alguna temática específica, que el observador considera importante, y que debe detallarse en una guía de tópicos.

La estructura de un diario de campo depende del autor (el investigador) y de las intenciones con las que realiza su observación, por lo que el diseño debe responder, en primer lugar, a las inquietudes del observador; en segundo lugar, al tiempo que pretenda dedicar a su observación; en tercer lugar, al papel que juega en el ámbito que estudia; en cuarto lugar, a la posición social que ocupa; en quinto lugar, a la percepción – de él y de los otros – con respecto a la temática que lo orienta.

Hablemos ahora de la situación de campo: Las observaciones se deben de anotar al instante, sin que la gente se dé cuenta de ello; si eso no es posible debido a las circunstancias que rodean al observador, deberán registrarse inmediatamente después de terminar de observar el fenómeno, acción o suceso, pues de lo contrario se corre el riesgo de distorsionar la información, o de que se olviden algunos datos que pueden ser valiosos.

Debe tenerse siempre presente que la conducta de los individuos puede ser alterada por el medio ambiente (calor o frío excesivos, falta de ventilación…). También juegan un importante papel el marco ideológico y la posición del observador, ya que éste puede tender a matizar sus impresiones con elementos de su muy personal construcción cultural

Por ello no se puede hablar de una completa objetividad del observador, ya que el comportamiento humano siempre lo afectará de un modo u otro.

Se debe mantener una vigilancia precisa durante la observación mediante este instrumento, sobre todo porque es común que ocurran acontecimientos no previstos por el encargado de realizar la tarea. Por ello, se proponen las siguientes normas:

1. Antes de comenzar el trabajo sobre el terreno, el observador debe familiarizarse completamente con los aspectos de su observación;
2. El uso del instrumento deberá ensayarse con antelación, para probar su eficacia;
3. El observador debe construir y memorizar una lista (o guía) de los elementos o tópicos que se propone observar, o de un elemento básico y aquellos con los que se relaciona;
4. Las observaciones se deben anotar sobre el terreno, en la medida en que las circunstancias lo permitan: en caso contrario, lo más pronto posible;
5. El intervalo de tiempo admisible entre las observaciones y la anotación se mide en minutos o, en el caso de observaciones difíciles, en horas. La observación que se guarda en la cabeza hasta el día siguiente deberá considerarse como perdida;
6. Conviene no limitar el tiempo de anotación, para favorecer observaciones prolongadas;
7. El observador no debe olvidar que está en interacción con él o los sujetos observados, por lo que deberá ser consciente (y si es posible, anotar) de sus propias acciones durante los periodos de observación.

Por otra parte, se sugieren algunas normas sobre el contenido de las observaciones:

a. Las notas deben incluir la fecha, la hora y la duración de la observación: el lugar exacto (si se puede, con mapa), las circunstancias, las personas presentes y su función, la función atribuida al observador, el equipo utilizado, las condiciones ambientales y las eventualidades;

b. Las opiniones, interpretaciones, deducciones y anotaciones sobre el carácter o la personalidad de los sujetos deberán s er reconocidas con claridad por el observador;

c. Las opiniones, inferencias y deducciones sacadas de las notas del observador deben ser anotadas por separado, de manera regular.

Las notas deberán revisarse con cuidado y a la brevedad posible, para poder eliminar aquéllas que se juzguen como irrelevantes; también deben de resolverse las dudas, completar frases inconclusas y aclarar abreviaturas que se hayan utilizado en el momento de registrar la observación, y cuyo significado pudiera olvidarse o distorsionarse si no se puntualiza inmediatamente.

Una vez realizadas las observaciones durante el tiempo previsto, el observador deberá concentrar y resumir la información que haya obtenido, para manejarla con facilidad. Es aconsejable, en lo posible, regresar al lugar de las observaciones, para verificar que lo encontrado se ajuste a la realidad de manera precisa.

Antes de realizar el análisis, las notas deberán se r revisadas, para tener la seguridad de que se han realizado las correcciones y adiciones necesarias. Después se deberán clasificar provisionalmente, de acuerdo a elementos comunes, para, más adelante, clasificar la información, en su totalidad, a partir de categorías que les puedan dar el sentido útil para el objetivo de las observaciones.

Esa última clasificación suele contener, además de las observaciones realizadas usando el diario de campo, las que se obtuvieron mediante el uso sistemático de otro tipo de instrumentos.

Generalmente el reporte final incluye la totalidad de la información, de manera concentrada; el hallazgo de patrones o conductas reiteradas sistemáticamente; la o las posibles interpretaciones que el investigador puede hacer a partir de esa información y la propuesta de elementos que puedan resultar explicativos de la realidad observada (es decir, una hipótesis con respecto a lo que se ha observado).

Rara vez se estructura un reporte final a partir de la sola información señalada en un diario de campo. Por lo general se incluyen datos obtenidos por otras vías, tantas como haya establecido el investigador al inicio de su indagación.