Generación de conocimiento

La generación de conocimiento es:

· Un quehacer práctico que tiene su propia especificidad cultural, de manera que no hay investigación sin problema, sin una fundamentación teórico-conceptual, sin datos recogidos de la realidad empírica, sin un diseño experimental, o en todo caso, sin los resultados de un riguroso control empírico.

· Un quehacer estrechamente vinculado con los problemas y necesidades nacionales.

· Un quehacer de carácter institucional que se traduce en la gradual y progresiva creación de un régimen de investigación que no sólo establece los fines, sino también las políticas de la investigación, así como las normas escritas y los acuerdos verbales sobre numerosos procesos de la producción científica.

· Un quehacer comprometido que cuestiona el rumbo y los significados de la construcción científica, y que se interesa permanentemente sobre los por qué, los para qué y para quiénes, de cualquier práctica científica singular.

Este acercamiento a lo que es y supone la generación de conocimientos da idea de la complejidad de la práctica misma de la investigación y permite vislumbrar a su vez la complejidad de la tarea de formar para la investigación.

Sin que se haya encontrado, a pesar de una amplia revisión, literatura que tenga como temática central la conceptualización de la formación para la investigación, se han podido localizar breves referencias como las siguientes:

«La formación de investigadores es, como se ha señalado, un quehacer académico que tiene por objetivo el enseñar a investigar» (Sánchez Puentes, 1987:56). A su vez, «enseñar a investigar consiste ante todo en la transmisión de saberes teóricos y prácticos, de estrategias, habilidades y destrezas» (Sánchez Puentes, 1995:91).

«Enseñar a investigar es mucho más que transmitir un procedimiento o describir un conjunto de técnicas. Enseñar a investigar, se ha visto, consiste en:

1) fomentar y desarrollar una serie de habilidades y actitudes propias de la mentalidad científica;

2) capacitar y entrenar en algunas formas probadas de generar conocimientos, pues el quehacer científico es un habitus con una larga tradición que recoge sus especificidades en cada campo científico y se singulariza en los rasgos característicos de la institución que forma: y

3) transmitir el oficio de productor de conocimientos» (ibid., p. 125).

«La formación integral de investigadores la concebimos como un proceso sociohistórico formal e informal en el que los individuos participan activa y críticamente en la adquisición de los fundamentos filosóficos, epistemológicos, metodológicos y técnico-instrumentales básicos para: a) construir conocimientos científicos en un área determinada, b) poder expresar su trabajo en forma escrita y oral, y c) participar en la aplicación de los conocimientos a través de la práctica transformadora» (Rojas Soriano, 1992:90).

La «formación por medio de la investigación permite la utilización y puesta en cuestionamiento de los conocimientos dominantes, adquirir nuevas maneras de comprender la realidad educativa, ubicarse en situación activa, enfrentar las dificultades de la producción de conocimientos, cobrar conciencia de los límites que tenemos, de las cosas que sabemos y de las muchas que ignoramos, acercarnos con mayor modestia a los problemas del conocimiento, relativizar muchas de nuestras afirmaciones.

La formación para la investigación no implica una formación doctrinaria en determinadas propuestas o modelos de investigación, proporciona los elementos para elegir la postura teórica y metodológica desde la cual interesa desarrollar su actividad, impulsa el debate académico. Es un proceso largo y complejo en el que por años predominan los procesos de aprendizaje y elaboraciones iniciales antes de arribar a la posibilidad de producir nuevos conocimientos.

Los procesos de formación para la investigación deben ser diferenciados según que la investigación vaya a ser, o no, la actividad central de un profesional, en un caso se requiere una formación básica, en el otro una formación rigurosa, producto de muchos años de trabajo e investigación» (Reyes Esparza, 1993:76).

Ciertamente, todas las formas de uso de las expresiones mencionadas aluden de alguna manera a ciertos elementos comunes:

a) Una práctica específica por ejercer (la investigación),

b) cuyo ejercicio demanda ciertos conocimientos, habilidades, hábitos y actitudes, susceptibles de ser adquiridos y/o desarrollados por el individuo, y

c) un quehacer académico (práctica a su vez) consistente en promover y facilitar el acceso a los conocimientos y el desarrollo de las habilidades, hábitos y actitudes antes mencionados.

Así, la «formación para la investigación» es conceptualizada como unquehacer académico consistente en promover y facilitar, preferentemente de manera sistemática, el acceso a los conocimientos y el desarrollo de las habilidades, hábitos y actitudes que demanda la realización de la práctica denominada «investigación», en el significado explicitado en párrafos anteriores.

La formación para la investigación, así conceptualizada, podría tener una especie de sinónimo en la expresión «enseñanza de la investigación»; de hecho, ésta es la que algunos autores utilizan para referirse al quehacer académico antes descrito; sin embargo, se ha considerado de mayor pertinencia hablar de formación para la investigación, enfatizando así que en la intencionalidad y en el producto de este quehacer académico están contemplados, de manera prioritaria, los rasgos con los cuales se caracterizó a la formación en la primera parte de este trabajo.

Autor: María Guadalupe Moreno Bayardo