Concepto de alumnos lotófagos

¿Son los alumnos lotófagos?

El título hace referencia al tema de los alumnos, pero podría referirse a cualquier colectivo o a la sociedad en general. Los lotófagos formaban un pueblo extraño: eran pacíficos y se alimentaban de una flor carnosa y blanca llamada loto.

Los comedores de loto parecían felices, vivían únicamente en el presente, no sabían quiénes eran sus antepasados ni por qué estaban allí y parecía no importarles en absoluto.

Una flor que produce el olvido es mucho más que una simple droga. Somos lo que somos por la memoria. El pasado nos constituye como personas y como sociedad.

Sin pasado no hay futuro al olvidar el pasado han perdido el futuro, el sentido a sus vidas: han olvidado el regreso. Porque el regreso no sólo es el movimiento hacia atrás, sino hacia delante, es la onda expansiva del pasado.

Se ha visto como los alumnos cada vez son más parecidos a los lotófagos, viven sólo en el presente, en el mismo estado de aparente felicidad que tenían estas personas.

A la mayoría de los alumnos no les preocupa ni les ocupa lo más mínimo nuestro pasado. Los centros educativos depositarios de saber acumulado de la sociedad, seleccionan lo fundamental y se encargan de transmitirlo a las nuevas generaciones.

No podemos despreciar lo que se enseña en las escuelas, deberíamos valorarlo como algo fundamental, para crecer como individuos y como sociedad.

¿No habremos convertido a nuestros chicos en lotófagos, a los que sólo les importa el presente, un presente disfrazado de artilugios, móviles, messenger, internet, MP3, PSP game boy, play station, i pod, xbox…, que producen el mismo efecto que la flor de loto?.

Los chicos viven en un estado de aparente placidez, sin otra preocupación que poder tener la flor de loto para seguir en el continuo presente, olvidando lo fundamental para luchar por el futuro.

Se han olvidada muchos de los principios que gobernaban las familias, las escuelas y la sociedad, no importan porque son del pasado y el pasado no existe, no importa de dónde venimos y por lo tanto nos da igual el futuro.

Hace 25 años los chicos nos sentíamos depositarios de una serie de principios que parecían irrenunciables. Por ejemplo cuando ibas a vendimiar o trabajar ajeno, se convertía en sagrado el cumplir con la obligación y que no te llamaran la atención, parecía que en estos actos se ponía en juego el honor familiar y tenías que actuar de manera que la consideración tuya y por extensión la de tu familia quedara en buen lugar.

Ahora da la impresión de que todos esos principios se identifican con una sociedad arcaica y trasnochada, que todo da igual.

lotofagia tiene unas consecuencias nefastas en la educación, porque cría a los chicos en la imagen despreciando la palabra, lo que les deja en una situación muy complicada para aprender, porque la palabra es fundamental para educar a las personas, porque, como dice José Antonio Marina, la inteligencia humana es una inteligencia lingüística.

Sólo gracias al lenguaje podemos desarrollarla, comprender el mundo, inventar grandes cosas, convivir, aclarar nuestros sentimientos, resolver nuestros problemas, hacer planes, Una inteligencia llena de imágenes y vacía de palabras es una inteligencia mínima, tosca, casi inútil.

Cuando intentas hablar con los alumnos en clase y se les pide que expresen su opinión sobre cualquier tema que estemos estudiando, las expresiones se limitan a monosílabos o en el mejor de los casos se dan las siguientes expresiones: “yo me entiendo, pero no sé explicarlo”, “yo es que no sé, es que.,.”, por no hablar de otras expresiones que me resultan irreproducibles por escrito.

La palabra no es fundamental para la comunicación de muchos alumnos, lo que les ocasiona gravísimos problemas, no sólo en el ámbito educativo, sino también en lo emocional y social.

Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz, divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas palabras. No se trata de un adorno, sino de algo más importante. Cada vocablo es una herramienta para analizar la realidad.

Por ejemplo, el vocabulario sentimental nos permite aclarar lo que sentimos. En él está sedimentado el saber de nuestros antepasados, las diferencias que han descubierto en el complejo y resbaladizo mundo afectivo. Ser miedoso no es lo mismo que ser cobarde.

Sentir celos no es lo mismo que amar. Ser listo no es lo mismo que ser inteligente. Podemos pasarnos de listos, pero nunca nos pasaremos de inteligentes.

Leer, hablar, escribir, es decir, explicar, comprender y disfrutar el mundo con palabras es una condición indispensable para desarrollar la inteligencia humana. Huir de la línea escrita es huir del argumento, de la razón, de la claridad, del análisis, de la capacidad de crítica.

Fuete: aplicaciones.info