Diagnóstico y tratamiento de los trastornos por déficit de atención e hiperactividad

Descripción

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad generalmente tiene un inicio temprano (por lo general, durante los cinco primeros años de la vida).

Los rasgos cardinales son déficit en la atención, impulsividad e hiperactividad. Sus características principales son una falta de persistencia en actividades que requieren la participación de procesos cognoscitivos y una tendencia a cambiar de una actividad a otra sin terminar ninguna, junto con una actividad desorganizada, mal regulada y excesiva.

Normalmente estas dificultades persisten durante los años de escolaridad e incluso en la vida adulta, pero en muchos de los afectados se produce, con el paso de los años, una mejoría gradual de la hiperactividad y del déficit de la atención.

La hiperactividad implica una inquietud excesiva, en especial en situaciones que requieren una relativa calma. Dependiendo de las circunstancias, puede manifestarse como saltar y correr sin rumbo fijo, como la imposibilidad de permanecer sentado cuando es necesario estarlo, por una verborrea o alboroto o por una inquietud general acompañada de gesticulaciones y contorsiones.

Los niños con estos trastornos suelen ser descuidados e impulsivos, propensos a accidentes y plantean problemas de disciplina por saltarse las normas, más que por desafíos deliberados a las mismas por una falta de premeditación.

Su relación social con los adultos suelen ser desinhibidas, con una falta de la prudencia y reserva naturales. Son impopulares entre los niños y pueden convertirse en niños aislados. Es frecuente la presencia de un déficit cognoscitivo y son extraordinariamente frecuentes los retrasos específicos en el desarrollo motor y del lenguaje.

Las complicaciones secundarias son un comportamiento disocial, antisocial y una baja estimación de sí mismo. Hay un considerable solapamiento entre la hipercinesia y otras formas de comportamiento anormal como el trastorno disocial en niños no socializados. Sin embargo, la evidencia más general tiende a distinguir un grupo en el cual la hipercinesia es el problema principal.

Esta intervención cubre la atención por el médico de primer contacto y su referencia con el médico especialista (psiquiatra o psiquiatra infantil y de la adolescencia) para su diagnóstico e implementación del tratamiento.

Para el diagnóstico deben considerarse los trastornos comórbidos con TDAH como: trastornos de ansiedad, trastorno bipolar, trastorno depresivo mayor, trastorno del aprendizaje, trastorno oposicionista y desafiante, trastorno disocial, trastornos de estrés postraumático, trastorno de vinculación, dificultades de la coordinación motora y del lenguaje, síndrome de Tourette, epilepsia y síndrome alcoholo fetal.

Las escalas estandarizadas, ayudan en la evaluación de la salud mental, social y problemas de conducta y poseen datos normativos para permitir comparaciones con la población general, grupos clínicos específicos o ambas cosas.

Existen algunos instrumentos para su evaluación y tipificación como el Conner’s, la entrevista semiestructurada para adolescentes (ESA) o CBCL (Child Behavior Checklist) que son útiles solicitarlas en la atención primaria junto con la referencia de atención especializada.

Nunca son la base del diagnóstico si se utilizan aisladamente. Los especialistas entrenados pueden utilizar para la evaluación de psicopatología y pueden indicar la realización de pruebas neuropsicológicas para orientar las intervenciones psicológicas.

El tratamiento debe ser multidisciplinario y basarse en una adecuada valoración y diagnóstico realizada por un profesional experto en TDAH (psiquiatra de niños y adolescentes, psiquiatra, pediatra, neuropediatra), e incluye: psicoeducación (paciente, familiares y profesores), apoyo psicoterapéutico para manejo conductual, prescripción de medicamentos en caso de requerirse y apoyo psicopedagógico en casos comórbidos con trastornos de lectoescritura; así mismo, el tratamiento debe incluir los trastornos comórbidos.

El monitoreo debe de ser dirigido por las metas y los efectos adversos del medicamento, en su caso, obteniendo información específica de los padres, maestros y el niño, aproximadamente se realizan 6 revisiones al año y puede llevarse a cabo por médicos generales.

La probabilidad de internamiento en hospitales generales o psiquiátricos infantiles dependerá de la comorbilidad del TDAH con diagnósticos como trastorno de conducta, depresión y consumo de sustancias, la severidad de los trastornos y la disfuncionalidad del menor, con factibilidad de 1 a 2 veces por año.

Es importante el apoyo comunitario a través de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), en el ámbito familiar, escolar y social.

Medicamentos

Hiperactividad

Auxiliares de diagnóstico

  • Escalas clinimétricas de acuerdo al grupo etario.
  • Entrevistas diagnósticas.
  • Pruebas psicológicas.
  • Niveles séricos de medicamento específico.
  • Perfil hepático.
  • Biometría hemática completa.
  • Química sanguínea.
  • Electrolitos séricos.
  • Examen general de orina.
  • Perfil tiroideo.
  • Perfil toxicológico.
  • Electroencefalograma.
  • Potenciales auditivos evocados.

Fuente: Catálogo universal de servicios de salud (CAUSES) 2012