Proporciones de los blancos
La mancha o superficie impresa queda siempre rodeada de una zona de blancos. De un lado por motivos técnicos, ya que el ajuste y corte de las páginas impresas varia normalmente entre uno y tres milímetros, y en casos desfavorables hasta en cinco milímetros. Así se evita que el texto quede cortado.
Por otro lado son motivos estéticos. Unos blancos bien proporcionados pueden acrecentar extraordinariamente el goce de leer. Todos los trabajos bibliográficos celebres del siglo pasado presentan las proporciones de los blancos cuidadosamente calculados, ya sea mediante la sección aurea o con otra relación matemática.
Se recomienda no dejar muy pequeño el ancho de los blancos, de modo que un corte impreciso de las páginas no provoque una impresión óptica negativa, ya que cuando la zona marginal es pequeña, enseguida se advierte un eventual corte impreciso o chueco de la página. Entre mayor sea el blanco, menos podrá afectar a la impresión global de una página bien configurada o una imprecisión técnica.
El diseñador debe conseguir las proporciones más atractivas para los blancos. El estudio de la configuración de los libros de grandes diseñadores tipográficos como Gutemberg, Calson, Garamond y Bodoni es de gran utilidad, ya que ellos han atribuido una gran importancia al problema de la configuración de los blancos.
En libros de grandes ilustraciones se prefieren las páginas, sin blancos, cuando las mismas deben tener una apariencia muy llamativa. Las ilustraciones se colocan con rebase y por lo tanto se imprimen a su tamaño máximo. Para crear un balance, éstas páginas se combinan con páginas con amplios espacios blancos.
Una página con pocos blancos crea una impresión de saturación, y es difícil de leer ya que al sostener el libro, los dedos tapan las letras.
Fuente: Apuntes Diseño Editorial de la U de Londres.