El amoniaco anhidro y su aplicación directa como abono
El francés MAZÉ, en 1896, hizo la primera experiencia para demostrar la posibilidad de las plantas de valerse del nitrógeno amoniacal para su nutrición. Pero no tuvo aplicación práctica porque la utilización de un gas licuado bajo presión, era, en aquel momento, imposible. En 1930 las investigaciones fueron reanudadas en los Estados Unidos por LEAWITT.
Con un arado tirado por mulas y un pequeño depósito de amoniaco comenzó, en 1930, una nueva era en el modo de alimentar a las plantas. Con esta experiencia en el delta del Mississippi comienza el abonado del suelo con gran cantidad de nitrógeno. Al fin de la segunda guerra mundial, la necesidad de buscar nuevos mercados para el nitrógeno al haber disminuido la demanda para usos bélicos, hizo que las industrias se dirigieran hacia el campo, comenzando el crecimiento de la aplicación directa del amoniaco anhidro como abono nitrogenado.
El Dr. W.B.Andrews y su equipo en la Universidad del Estado de Mississippi montaron las bases para el crecimiento del uso agrícola del amoníaco. Hubo que solucionar los problemas de los depósitos del gas, idear las herramientas necesarias para su inyección en el suelo agrícola y vencer las dificultades de su manejo.
Se llegó así en poco tiempo al uso agrícola en gran escala del amoniaco anhidro, con tan buenos resultados que en pocos años llegó a ser de uso ordinario en Estados Unidos. Conteniendo el 82 % de nitrógeno en forma totalmente amoniacal, el amoniaco anhidro (sin agua), llamado muchas veces amoniaco agrícola o amoniaco líquido es el abono más concentrado y el único que se aplica en forma de gas.
Fuente: Revista electrónica de Veterinaria 1695-7504. 2010 Volumen 11 Número 03B