Convención de Berna (sobre los Derechos de Autor)
Fue firmado en Berna el 9 de septiembre de 1886 y su última enmienda se realizó el 28 de septiembre de 1889. Trata sobre la protección de las obras literarias y artísticas, entendiendo por éstas todas las producciones en el campo literario, científico y artístico, cualquiera que sea el modo o forma de expresión, tales como los libros, folletos y otros escritos; las conferencias, alocuciones, sermones y otras obras de la misma naturaleza; las obras dramáticas o dramático-musicales; las obras coreográficas y las pantomimas; las composiciones musicales con o sin letra; las obras cinematográficas, a las cuales se asimilan las obras expresadas por procedimiento análogo a la cinematografía; las obras de dibujo, pintura, arquitectura, escultura, grabado, litografía; las obras fotográficas a las cuales se asimilan las expresadas por procedimiento análogo a la fotografía; las obras de artes aplicadas; las ilustraciones, mapas, planos, croquis y obras plásticas relativos a la geografía, a la topografía, a la arquitectura o a las ciencias.
Entre los puntos más relevantes del Tratado se encuentra su Anexo en el cual otorga protecciones especiales a los países en desarrollo para el uso de licencias de reproducción de la obra sin conocimiento del autor, bien sea porque no se conoce su domicilio o porque no ha podido encontrarse de cualquier otra forma y ésta se limita únicamente al país donde se realizó la traducción sin poder vender la obra en otro distinto.
Esta autorización especial queda comprendida con el objeto de fomentar la cultura y expandir el conocimiento a aquellos países en los que es poco probable que puedan efectuarse obras como la que se solicita la traducción, en razón del escaso conocimiento o del poco número de hablantes que viven en él.
Resulta de valiosa importancia tener en cuenta la necesidad que existe de registrar cualquier obra de nuestra invención si tomamos como ejemplo un suceso en la historia: Guillermo Marconi (1874-1937) fue un inventor italiano que pasó a la posteridad por haber inventado la radio e incluso ganó un premio Nobel en física por sus aportes a las telecomunicaciones, pero tal obra no la hubiera podido realizar por sí solo, ya que utilizó por lo menos 14 patentes de Nikola Tesla (1856-1943) otro inventor nacido en lo que hoy es Croacia, quien pudo demostrar en juicio que 15 años antes él, ya había inventado la radio.
Aun cuando la sentencia reconoció a Tesla como el verdadero creador, Marconi fue el primero que lo registró y por este hecho el mundo entero le guarda reconocimiento como su creador.
Fuente: Apuntes de Derecho informático de la FCA de la UNAM