Pliegues

El lucimiento de una cortina se debe a sus pliegues, los cuales forman varios elementos que la componen. La parte superior donde nace el pliegue forma la cabeza.

La parte inferior es la bastilla, que debe contar con tela sobrante, útil en caso de que encoja al lavarse; el sobrante se dobla hacia arriba y se cose.

Los extremos laterales, en forma vertical, se doblan y se cosen para rematar la tela, dándole mayor consistencia y formando los dobladillos. Las cortinas divididas en el centro deben cruzarse para evitar el paso de la luz; a esto se le llama precisamente el cruce.

Existen diferentes formas de pliegues, de las cuales se ilustran las ocho más usuales. Hay pliegues recomendables de acuerdo con el estilo.

Para los clásicos: francés, tubo, pastelón, vicillo y cabeza canal; para los contemporáneos: francés, tubo, y pastelón. Estas recomendaciones no constituyen una regla rígida ya que en ocasiones se pueden alterar.

Las cortinas dobles son las que cuentan con una tela que corre independiente y con otra gruesa, forrada o no, que aísla la luz. La cortina sencilla consta de una sola tela.

De acuerdo con la forma en que se abren, las cortinas se clasifican en panel, cuando se abren hacia un lado, y en par, cuando se abren por el centro, en dos partes.

Pliegues
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Pliegues

Fuente: Apuntes de Confección de blancos y tapicería de la Unideg