Estereotipos y la educación multicultural
Antes de los dos años de edad, los niños son conscientes de las diferencias raciales. A partir de los tres años, incluso pueden añadir cierto juicio de valor a éstas diferencias.
Entre los cuatro y los seis, adoptan comportamientos estereotipados en cuanto a las razas y podrían rechazar a unos niños diferentes por su raza o por algún problema físico. ¿Cómo y por qué aparecen tan pronto esos estereotipos?
Las primeras influencias que reciben los niños son las de la propia familia, y las actitudes se adquieren a menudo de manera inconsciente.
Más tarde los niños reciben los mensajes estereotipados de los libros, la televisión, las películas, las revistas y los periódicos. Incluso el hecho de que ciertas personas no aparezcan en los medios de comunicación (grupos raciales o étnicos, personas mayores o disminuidos) incitan a los niños a pensar que estos grupos tienen menos valor a los ojos de la sociedad.
A partir de los diez años, los alumnos tienen estereotipos sobre las personas que vienen de países lejanos. Estas ideas nacen muchas veces de los telediarios. Las directivas de televisión se basan muy a menudo en las historias sensacionalistas, a menudo catastróficas, para llamar la atención del público.
Estas historias dan a los niños la impresión de que los países en desarrollo están agobiados por los problemas y que nunca progresan.
Los anuncios de las agencias de ayuda al desarrollo, que tienen el objetivo positivo de recaudar fondos para proyectos en los países en desarrollo, pueden reforzar los estereotipos.
Estos anuncios muestran imágenes patéticas de niños y refuerzan a los donantes potenciales la idea que los importes mínimos pueden hacer milagros en la vida de estos niños.
Este tipo de anuncios sobreentienden que los niños de los países en desarrollo se mueren de hambre, que están sucios, que sus habitantes son incapaces de satisfacer sus propias necesidades y que sólo una ayuda de los países occidentales ricos puede salvarles.
La creación de estereotipos afecta a todos los miembros de la comunidad internacional. A menudo se menosprecia a los que pertenecen a grupos estereotipados en cuanto a la educación, las posibilidades de empleo y de alojamiento.
Pueden ser ridiculizados o víctimas de acoso y de violencia. Estas imágenes afectan también a los que las crean. Desarrollan una visión poco realista de sí mismos que puede influenciar en su capacidad de trabajo y de comunicación dentro de un mundo cambiante.
Estos desvíos borran cualquier posibilidad de compartir conocimientos y experiencias con las demás culturas.
La educación multicultural ha creado cierto número de iniciativas para mejorar la comprensión entre los grupos y reducir los estereotipos.
Pero a pesar de estos objetivos, el programa multicultural a veces tiene efectos imprevistos. Poniendo en evidencia de manera superficial los elementos exóticos de una cultura – por ejemplo la alimentación, la forma de vestirse, etc. – , los estereotipos pueden ser reforzados en vez de borrados.
Una parte del material multicultural se basa en los aspectos de vida que recurren más a la historia de un país que a su realidad presente, mientras que en realidad, todas las culturas se adaptan continuamente a las circunstancias.
Otros materiales sólo tratan de sustituir un estereotipo negativo por uno positivo, lo que impide también a los alumnos tener una imagen real y concreta de la vida en otro país. Para hacer efectiva la educación multicultural, es necesario mostrar la composición interna de una cultura así como el hecho de que esta cultura se adapte lógicamente a las circunstancias locales.
Esto puede ayudar a los alumnos a constatar que una cultura no es homogénea sino múltiple. La educación multicultural también ha de transmitir el concepto de dignidad esencial de estas personas y su capacidad para aceptar los desafíos con los cuales se enfrentan.
Sin embargo, para cambiar realmente de actitud, los jóvenes necesitan más elementos que una simple información sobre las demás culturas o los demás grupos.
Necesitan estudiar las raíces de los prejuicios, tomar conciencia de sus propios esquemas con respecto a los estereotipos y analizar el origen de éstos. Luego han de aprender a eliminar estos estereotipos que ahora son suyos, desarrollar sus capacidades para evitarlos y para concebir un compromiso personal frente a la igualdad y a la justicia.
La actitud de los padres es de vital importancia en la transmisión de valores a los hijos. El respeto, el escepticismo ante los estereotipos, el conocimiento y el espíritu crítico pueden convertirse en la mejor aliada para luchar contra el racismo y el sexismo y en la mejor base sobre la que construir y transmitir valores libres de prejuicios y estereotipos.
En la medida de lo posible, es interesante viajar a países o regiones distintas a las nuestras, comer platos diversos, acudir a los espectáculos y festivales multiculturales que ofrezcan nuestra ciudad, etc.
Estas actividades nos ayudarán a nosotros y a nuestros hijos a empezar a percibir esa diferencia como algo ni tan diferente ni tan amenazante como lo veíamos al principio. Fuentes: Unicef, solo hijos. com