El director de empresa y la economía
¿Por qué es tan poco común un punto de encuentro entre la Teoría Económica y la Dirección de Empresas?
De ordinario no es fácil encontrar una síntesis armónica, que al mismo tiempo sea suficientemente práctica, entre la Economía y la Dirección de Empresas.
En consecuencia, la Teoría Económica, sus instrumentos de análisis y los criterios que de ellos se derivan, no son utilizados amplia y consistentemente para mejorar la toma de decisiones y la planeación en las empresas.
El punto de encuentro es poco común porque las empresas plantean necesidades concretas e inmediatas, y al mismo tiempo tan particulares, que el economista tradicional no ha sabido resolver pronta y convenientemente, con la debida oportunidad y la sencillez necesaria, para que sus análisis y criterios sean utilizados y adoptados en las empresas.
Al hablar de Economía, es posible que el director de empresa se muestre un tanto reservado en sus consideraciones al respecto.
Tal vez los hechos y los puntos de vista que giran alrededor del ambiente económico lo lleven a pensar en la imposibilidad de profundizar en los diversos aspectos económicos que efectivamente encuentra en torno suyo, pues probablemente este entorno –que rodea y afecta a la empresa– le resulte suficientemente complejo como para tratar de estudiarlo y comprenderlo.
Pero el director de empresa casi nunca se imagina que la teoría económica también provee de instrumentos y criterios que le pueden ayudar a mejorar el proceso y el resultado de la toma de decisiones en la empresa.
No es poco frecuente que la Ciencia Económica sea considerada como una disciplina muy abstracta e inaccesible en sus procedimientos, llena de teorías, supuestos, ideas y conceptos que sólo los economistas pueden manejar y discutir en la práctica.
Sin embargo, tan útil es su aplicación que las empresas, por ejemplo, al momento de elaborar presupuestos, evaluar inversiones, definir políticas de precios, otorgar créditos o simplemente adoptar una tecnología o sustituir un insumo, lo hacen con base en principios microeconómicos.
El director debe, para mejorar los resultados de su empresa, tomar en cuenta el entorno económico que le rodea y del cual la empresa forma parte. Debe procurar entenderlo –cada vez de un modo mejor– tanto para tomar las medidas y acciones debidas, como para diseñar los planes y las estrategias consecuentes con una realidad económica particular.
El análisis tradicional de la empresa puede ser mejorado si se incorporan los conceptos y los análisis microeconómicos y macroeconómicos que la Teoría Económica ofrece, y que facilitan el conocimiento y el entendimiento del entorno, del propio sector de actividad, y de la lógica generadora de ganancias de las empresas. Estas herramientas promueven en conjunto una eficiencia y una eficacia mayores.
Por otra parte, la información es un factor primordial en la toma de decisiones. Debe saberse descubrir lo que hay detrás de los hechos en el entorno y en la propia empresa – posiblemente algún comportamiento usual o alguna tendencia característica– para que las acciones y medidas por llevarse a cabo estén bien fundamentadas.
Las decisiones y las actividades de una empresa no le son indiferentes al entorno, y a su vez, lo que ocurre en el entorno no le es poco significativo a la empresa en lo particular.
El ambiente de las decisiones en la empresa es resultado de las interacciones entre competidores, los conflictos de objetivos, la incertidumbre y los riesgos del mercado, las fluctuaciones en la economía nacional, y muchos otros factores que envuelven variables físicas y humanas.
La complejidad de los problemas actuales y la mayor interdependencia entre ellos hacen inaceptables las decisiones basadas exclusivamente en la intuición; es necesario descubrir y analizar los hechos, privilegiar el análisis lógico, saber definir lo relevante y utilizar el marco de referencia adecuado (teórico-práctico). El proceso de toma de decisiones requiere un método, un orden y una lógica.
Un punto de partida que todo director de empresa debe atender es la justificación y el objetivo de la empresa. De ordinario, el «punto de partida» es confundido con la «meta» que se persigue en una organización empresarial.
Habrá que decir que toda empresa nace porque hay una necesidad en el mercado –más o menos aparente– que la empresa viene a cubrir.
Sin la existencia de una necesidad concreta y material, la empresa no encontrara justificación para nacer. Ahora bien, una vez que se cubre una necesidad en el mercado, la meta de la empresa es la generación de utilidades que le permitan preservar su existencia en el tiempo.
Podrá decirse que hay otros objetivos que la empresa cubre, tales como la creación de empleos (beneficios a dientes internos), procurar el bienestar de la sociedad a la cual sirve (beneficios a clientes externos), medio de progreso material , y hasta promotora del desarrollo tecnológico que permita mejores formas de cubrir las necesidades humanas, pero el objetivo instrumental es simplemente la generación de utilidades; esto e s así porque en la realidad la propia operación, la supervivencia y el éxito de la empresa dependen de ello.
Para alcanzar estos objetivos en la empresa es necesario un director. Mantener el norte en la dirección que lleva la empresa en medio de un entorno complejo y cambiante requiere de una labor que constantemente revise la rectitud en la marcha del negocio.
De ahí que la función principal del director sea la toma de decisiones que haga posible que la empresa cumpla con su tarea hoy, procurando a la vez, mantener y mejorar su operación en el tiempo.
Toda decisión que deba tomarse en un momento dado, tendrá esa implicación temporal en sus resultados, tendrá también un impacto medible de términos económicos y podrá compararse con diversas alternativas de acción, de ahí la necesidad de un método concreto que soporte y fundamente, tomando en cuenta estos tres elementos, la función de quienes tienen como principal tarea la de decidir a nombre de la empresa.
Fuente: Apuntes de Economía administrativa de la Unideg