Papel de la empresa en la sociedad
Un aspecto muy importante en la economía administrativa se refiere a la interrelación que existe entre la empresa y la sociedad.
La economía administrativa puede ayudar a aclarar el papel vital que las empresas desempeñan en la sociedad y a señalar formas para mejorar sus operaciones para beneficio de la sociedad.
Una empresa es una combinación de personas, de activos físicos y de información (técnica, de ventas, de coordinación, etc.).
Los individuos directamente involucrados en la empresa son los accionistas, la administración, los obreros, los proveedores y los clientes.
Además de estos participantes directos, toda la sociedad interviene indirectamente en las operaciones de la empresa, porque las empresas usan recursos que de otra forma se dispondrían para usos alternativos, pagan impuestos cuando las operaciones son rentables, proporcionan, empleos al público, y generalmente elaboran la mayor parte de la producción necesaria para una sociedad.
Las empresas existen porque son útiles en el proceso de asignación de recursos: la producción y la distribución de bienes y servicios. Si el bienestar social pudiera medirse en alguna forma, se esperaría que las empresas operaran de manera que las condujera hacia la incrementación de algún índice de bienestar social.
Los métodos exactos de producción, las combinaciones de bienes y servicios producidos (incluyendo los subproductos negativos, tales como la polución) y los patrones de distribución para productos que incrementarían el bienestar social constituyen interrogantes complejas y en realidad incontestables.
Sin embargo, estos puntos son algunas de las interrogantes más importantes a las que tiene que enfrentarse un sistema de libre empresa y también son puntos de gran importancia en la economía administrativa.
En una economía orientada hacia el mercado, como la que existe en los Estados Unidos, el sistema económico produce y distribuye bienes y ser vicios a través del mecanismo de los mercados.
Las empresas determinan lo que desean los consumidores, demandan los recursos necesarios para producir estos productos, y posteriormente los fabrican y los distribuyen.
Los participantes, los proveedores de capital, de mano de obra y de materia prima deben ser compensados a partir de los fondos provenientes de la venta de los productos, y entonces la competencia (negociaciones) tomará lugar entre estos grupos.
Además, la empresa competirá por el dinero del consumidor con otras empresas que se encuentren en la misma y en otras industrias.
Aunque este proceso de producción determinado por el mercado y de distribución de bienes y servicios es en su mayor parte altamente eficaz, en una economía de mercado totalmente ilimitada existen dificultades inherentes que pueden evitar la incrementación del bienestar social.
La sociedad ha desarrollado una variedad de métodos a través del sistema político para superar o para resolver estos problemas.
Una de las dificultades asociadas con una economía de mercado ilimitada es que ciertos grupos pueden obtener un poder económico excesivo, lo cual les permitirá lograr una parte bastante grande del valor creado por las empresas.
Como ilustración, las economías de producción y distribución de energía eléctrica son tales que una sola empresa puede abastecer eficazmente a toda una comunidad.
Además, no existen buenos substitutivos de la electricidad para propósitos tales como el alumbrad o. En consecuencia, las compañías eléctricas se encuentran en una posición en la que pueden explotar a los consumidores; podrían cargar altos precios y ganar utilidades excesivas.
La solución de la sociedad para esta explotación potencial es la regulación de las tarifas. Los precios cargados por las compañías de electricidad y por otras empresas monopolistas son controlados y se mantienen a un nivel suficiente para proporcionar a los accionistas una tasa de rendimiento justa por su inversión.
El proceso de regulación es sencillo desde el punto de vista conceptual; en la práctica es costoso, difícil de operar y en muchos aspectos es arbitrario. Es un mal substitutivo de la competencia de mercado, pero que algunas veces es necesario.
Un segundo problema en una economía de mercado ocurre cuando, debido a economías por escala o a otras condiciones, un número limitado de empresas atiende un mercado determinado.
Cuando las empresas compiten entre sí, no sobreviene la explotación; sin embargo, cuando conspira una contra la otra en la fijación de precios, pueden restringir la producción, obtener utilidades excesivas, y reducir con ello el bienestar social.
Las leyes antimonopolistas se han elaborado para prevenir tal colisión, y para evitar la fusión de empresas competidoras siempre que el efecto de dicha fusión sea reducir substancialmente la competencia.
Igual que las regulaciones directas, las leyes antimonopolistas contienen elementos arbitrarios y son costosas de administrar, pero también son necesarias si se ha de ejercer justicia económica, tal como se define en política.
Un tercer problema es que los trabajadores pueden ser explotados bajo ciertas condiciones, por lo que se han desarrollado leyes para igualar el poder de negociación de los trabajadores y empleados.
Estas leyes requieren que las empresas se sometan a negociaciones colectivas y que se abstengan de llevar a cabo prácticas laborales injustas.
Un cuarto problema al que se tiene que enfrentar el sistema económico es que las empresas algunas veces imponen costos a la sociedad a través de sus actividades de producción por ejemplo, arrojando desperdicios al aire o al mar, o desfasando la tierra, como sucede en la minería.
Si una fábrica de acero produce contaminación atmosférica lo cual hace que las familias tengan que pintar sus casas cada tres años en vez de cada cinco, o que tengan que limpiar su ropa con más frecuencia, o que padezcan enfermedades pulmonares o cualquier otra alteración de la salud, dicha fábrica impone un costo a la sociedad en general.
A menos que la compañía de acero sea obligada a instalar equipos para el control de la contaminación o que sea forzada a pagar multas iguales al costo social de la polución, la compañía y sus clientes ganarán a expensas de la sociedad porque la empresa no estará pagando la totalidad de sus costos.
Además, si se dejan de aplicar los costos sociales a la empresa —y, en última instancia, a los consumidores de sus productos— se produce una asignación de recursos económicamente ineficaz entre industrias y empresas. Actualmente, se está prestando mucha atención al problema consistente en la internación de los costos sociales.
Algunas de las prácticas que se han aplicado para lograr este fin incluyen el establecimiento de límites para el escape de los procesos de manufactura y para el escape de los productos que contaminan (por ejemplo, automóviles), así como la imposición de multas o clausuras directas de las operaciones que no cumplan con estas normas.
Todas las medidas que se expusieron anteriormente — regulación de las compañías de servicios públicos, leyes antimonopolistas, leyes aborales y restricciones del control de la contaminación— son ejemplos de las acciones tomadas por la sociedad para modificar el comportamiento de las empresas y para hacer este comportamiento más consistente con las metas sociales generales.
Puesto que todas estas medidas sociales restringen a las empresas, la economía de los Estados Unidos podría concebirse como un sistema económico con restricciones de mercado en oposición a un sistema de mercado libre. Tal como se verá, estas restricciones tienen un resultado muy importante en las operaciones de una empresa.
Para comprender cabalmente esta importante interrelación entre los negocios y la sociedad se necesita una teoría del comportamiento de la empresa a través de la cual se puedan analizar y evaluar las actividades de las empresas.
Fuente: Apuntes de Economía administrativa de la Unideg