El masaje facial
El masaje facial abarca un conjunto de técnicas basadas en lisajes o manipulaciones manuales, ejercidas sobre el cutis de una persona, con el fin de que los tejidos cutáneos y musculares conserven el mayor tiempo posible su elasticidad, y dar así al rostro la luminosidad propia de la juventud. Las propiedades básicas del masaje son:
– activar la circulación sanguínea y linfática,
– aumentar la producción de glóbulos rojos,
– acelerar la producción de células nuevas, especialmente en la epidermis
– y eliminar más rápidamente las toxinas.
Es aconsejable, durante el masaje, el uso de cremas regeneradoras o nutritivas apropiadas al cutis de la persona a tratar. Con el empleo de cremas se añade al efecto físico del masaje, el efecto dérmico, o sea, al alisamiento de las arrugas por el masaje se suma la regeneración de los tejidos por las cremas. La finalidad del masaje facial es la de combatir la atonía o falta de vigor de aquellos músculos que, por falta normal de movimientos, se vuelven flácidos, devolviéndole a la epidermis su elasticidad, tersura y aspecto sano.
Para que el masaje resulte beneficioso, las manipulaciones deben seguir determinados principios y técnicas, y ser aplicadas por personas especializadas. Su técnica manual es muy precisa y distinta para cada parte del cuerpo. Si lo practican personas inexpertas, el masaje puede ocasionar inconvenientes en el cuerpo de la persona que lo recibe.
Fuente: Basado en el manual de estética y cosmetología de Nellys Gil de Zalaya