Producción de alimentos y hombres primitivos

Actualmente sabemos que la Tierra en los tiempos de los hombres primitivos que vivían de la cacería y de la recolección de alimentos no hubiera podido mantener una población mayor de 10 millones, si el hombre no hubiera inventado otras formas de obtener recursos para su subsistencia.

Gracias a la aparición de la agricultura, entre los 13,000 y los 4,000 años a.C., cuya base fue el arroz en el sureste de Asia, el trigo en el Medio Oriente y el maíz en América, se hizo posible contar con el sustento y crecimiento de la población hasta nuestros días, cuando la Revolución Industrial y los nuevos descubrimientos médicos permitieron mantener una población mundial que se calcula en 5 600 millones de habitantes, la cual se duplicará dentro de 25 años; cuando menos, rebasará los 8000 millones.

Población humana antes de la revolución a agrícola

En la época del eminente científico francés Luis Pasteur (1822- 1895), el promedio de vida en los países europeos era de 40 años y, en algunas comunidades, llegaba hasta 25 años; mientras que, a mediados del siglo XX, este promedio se había elevado a 70 años.

El gran problema con que se enfrenta la humanidad es el de satisfacer la demanda actual y futura de alimentos, junto con las necesidades de recursos básicos como el agua y los energéticos, así como las nuevas fuentes de energía que sustituyan a los recursos no renovables.

Entre los factores que se contraponen a la creciente necesidad de alimento están:el empobrecimiento y erosión de los suelos, las sequías, plagas y catástrofes naturales además del deterioro ecológico, la contaminación ambiental, las formas tradicionales de agricultura, de subsistencia y la falta de nuevas tierras cultivables, obtenidas a expensas de los ecosistemas naturales.

Por otra parte, el uso irracional y excesivo de ha contaminado los ecosistemas artificiales, sino también a las tierras, lagos, ríos, arroyos y esteros con lo que ha originado, mediante selección, la resistencia de múltiples variedades de insectos, convertidos en plagas o que resurgen como vectores de enfermedades trasmisibles al hombre; tal es el caso de la malaria.

Por lo tanto, las necesidades cada vez mayores de alimentos por el creciente número de seres humanos producen consecuencias devastadoras. La explotación continua de la tierra bajo el arado y la evolución de la agricultura moderna orientada químicamente alteran la biosfera, no sólo a una escala local sino, por primera vez en la historia, a una escala global (Lester R. Brown, 1970).

Los ciclos naturales de los elementos químicos y el flujo de la energía, se ven afectados por los esfuerzos que hace el hombre al ampliar su fuente de alimentos.

Desde el surgimiento de la agricultura, el hombre favoreció sobre todo aquellas especies de vegetales y de animales más útiles; como resultado de ello, se alteró la composición de las poblaciones de plantas y animales de la Tierra.

Actualmente, estos cultivos útiles al hombre, reemplazan las cubiertas originales de pastizales o bosques, que constituyen alrededor del 10% de la superficie total de los suelos del planeta. De este porcentaje, dos terceras partes del área se cultivan con base en cereales: sólo el área plantada con trigo es de 250 millones de hectáreas.

En lo que se refiere a la producción animal, se ocupan las grandes planicies que en un tiempo fueron hogar de millones de búfalos; en Australia el ganad o europeo desplazó al canguro; en Asia, el búfalo de agua domesticado se ha multiplicado en los principales valles cercanos a los ríos. La necesidad de producir alimentos ha alterado la abundancia relativa de especies así como su distribución.

El encuentro entre Europa y América en el siglo XVI, inició un intercambio de cultivos que todavía sigue, con lo que se aumentó la capacidad de la tierra para sostener las poblaciones humanas.

Los ejemplos clásicos del intercambio de cultivos fueron: la introducción de lapapa desde América al norte de Europa, que facilitó un aumento marcado de la población; aunque en Irlanda, en 1840 el hongo de la papa devastó la cosecha y el crecimiento de la población se detuvo.

El fríjol de soya, ahora fuente principal de aceite vegetal en Estados Unidos, es originario de China hace ya varias décadas. El sorgo, que ocupa un segundo lugar como grano alimenticio en Estados Unidos después del maíz, fue traído de África.

En Rusia, la fuente principal de aceite vegetal es el girasol, una planta originaria del sur de Estados Unidos. El maíz, desconocido en el Viejo Mundo antes de Colón, ahora se cultiva en todos los continentes. Por otro lado, América le debe al Viejo Mundo las especies de ganado y de aves, con excepción del pavo.

Los logros del hombre para explotar las plantas y los animales, producto de la evolución natural, han mejorado a través de la selección mediante cruzas que se han hecho ya durante milenios. En este siglo, se han obtenido nuevas variedades gracias a la genética clásica o mendeliana, así como a la ingeniería genética. Son muchos los avances en este sentido, así que se han obtenido especies más tolerantes al frío, más resistentes a las sequías, menos susceptibles a la enfermedad, más sensibles a los fertilizantes, de mayor rendimiento y más ricas en proteínas: el maíz híbrido es uno de estos ejemplos.

Por fortuna, en las últimas dos décadas, muchos países en vías de desarrollo que importaban alimentos, están a punto de convertirse o se han convertido ya en autosuficientes, con excepción de África, asolada p or sequías y hambrunas.

Como ejemplo podemos mencionar la India que antes padecía una escasez crónica de alimentos, y ahora es exportadora de productos básicos. Lo mismo ocurre con Arabia Saudita que, en sólo 10 años, elevó su producción ed trigo y actualmente vende sus excedentes en el mercado mundial.

La producción mundial de trigo y otros cereales se ha duplicado de 1960 a la fecha, y rebasa el crecimiento demográfico. En la década pasada, la producción de cereales aumentó 40% en China, 60% en la India y 300% en Tailandia, mientras que en América La tina, Argentina duplicó su producción de trigo en los últimos 10 años.

Asimismo, nuevas especies de frijoles producen mayores cosechas; incluso en la políticamente perturbada Centroamérica; Brasil, Canadá y Australia han elevado sensiblemente su producción de trigo, maíz y otros granos, aun cuando los precios siguen en descenso precipitado.

Desafortunadamente, a pesar de estas cifras favorables, una gran mayoría de países no son autosuficientes en la producción agrícola, además de que no tienen los suficientes recursos económicos para tener acceso a estos productos.

Como se puede observar, una es la problemática de los países desarrollados«principalmente productores agrícolas» y otra es la de los países en vías de desarrollo, que a fin de aumentar su producción de granos y alimentos, necesitan cambiar formas rudimentarias y tradicionales de agricultura de subsistencia, modificar ecosistemas naturales para convertirlos en tierras cultivables, construir presas y desviar el curso de los ríos, todo lo cual implica alterar y poner en riesgo el delicado equilibrio ecológico regional.

La agricultura moderna, además de obtener tierras cultivables a expensas de los ecosistemas naturales, trae consigo fertilizantes, plaguicidas e insecticidas que, a su vez, originan nuevos problemas ambientales.