Derecho a la participación
Tomar parte en las decisiones que afectan a los ciudadanos es la definición más recurrente sobre el significado de la participación social, pero la sencillez de tal significado es directamente proporcional a la dificultad de hacerla realidad.
¿Le gustaría a usted elegir a sus gobernantes? Por supuesto que sí, responderían la mayoría de las personas. Sin embargo apenas en 1997 se cumple este derecho cultural.
Cuando las personas participan en espacios donde antes no lo hacían, provocan un reacomodo en las estructuras de poder interesadas o afectadas por la irrupción de estos nuevos actores sociales.
La participación de la mujer no ha estado exenta de conflicto. El largo camino por su desarrollo ha significado literalmente muertes, violencia reactiva, rumores destructivos e incomprensiones. Luces y sombras parecen que son el destino de todo ser humano que quiere abrir caminos de vida en una estructura contaminada de egoísmo y muerte.
La irrupción de la ahora llamada sociedad civil a los asuntos públicos no es más que un nuevo fenómeno que descansa en el viejo deseo humano de participar en los asuntos que afectan su vida y la de los otros.
La brecha edificada donde antes no había camino, se ha abierto a punta de machete entre una urdimbre de poder que le impide un acceso fácil a lo que debería ser fácil, no haciendo con esto sino confirmar lo que se señala en ambientes de educación popular: los espacios no se otorgan, se ganan y se construyen.
Pero además de los factores relacionados con la estructura de poder, se encuentra esa terca cultura que se obstina en inhibir nuestro intento por modificar lo existente. La participación, además de un derecho, es un valor y una actitud que se aprende a lo largo de nuestra vida.
Pero la nuestra no es una cultura que eduque para participar. No sabemos hacerlo y se requiere aprender; quizá el miedo es el principal obstáculo y se manifiesta en los mensajes que castran los deseos de participar. ¿Usted recuerda algunos?..
La participación es un derecho, una necesidad y urgencia; el principal motor de ella podría ser la utopía de la justicia y el bienestar de todos y todas. Debemos recordar, con Rosario Castellanos: más vale una cicatriz que una memoria vacía de experiencia.