Criterios básicos de montaje musical

Se recomienda utilizar una escaleta u hoja de registro en la que, por ejemplo, en una columna indicamos tiempos SMPTE de puntos clave, en otra una palabra resumen de la imagen, en otra la música que debe sonar, y en otra el tipo de entrada o salida de la música, o si hay que hacer alguna manipulación en tiempo real de niveles o de otro tipo.

Los encadenados deben ser suaves o enérgicos, pero deben realizarse en el momento oportuno, sin vacilaciones de nivel. Las transiciones abruptas es mejor realizarlas justo antes de los acentos.

Especialmente importante es que las ediciones no alteren el ritmo de una forma antinatural (salvo que esa antinaturalidad vaya en paralelo con la imagen), y dado que el oído del espectador medio está más acostumbrado a los acordes y armonías «consonantes«, las ediciones deben hacer lo posible para mantener esa sensación de consonancia (incluso si conviene, es preferible transponer un pasaje o una nota si con ello nos aseguramos que el espectador no notará la edición). El último elemento a igualar es la textura.

El volumen máximo de la música no debe superar el 80% del margen dinámico cuando suena sola, de esta manera cuando haya efectos o diálogos éstos podrán estar por encima de ella sin necesidad de que bajemos su nivel.

Cuando mezclamos música y voz, cuidar de que la voz se entienda y su timbre no quede completamente enmascarado por la música.

Cuando mezclemos música y efectos, cuidar de que prevalezca el que por intención expresiva sea más conveniente; si mezclamos al 50% generalmente obtendremos una mezcla incomprensible.

Cuando un efecto va después de una música (o al revés), es preferible un pequeño solapamiento entre ambos elementos (siempre que sonora y visualmente no haya otros motivos que lo desaconsejen).

Utilizar el silencio como un elemento más de la banda sonora. A menudo puede ser el más importante.

Fuente: Apuntes de Animación Bidimensional de la U de Londres