La revolución digital
Es a finales de los años 60, cuando se desarrolló una nueva forma de grabar el sonido: en lugar de transformar las analogías a ondas o frecuencias, se convirtieron a impulsos codificados en ceros o unos, también llamados PCM. Los impulsos no se parecían a la forma de la onda original, eran muestras de esa información.
Visto de otra manera, el audio digital es, en esencia, la presencia o ausencia de señal, expresada como una sucesión de ceros y unos (código binario).
Parecería que una representación discreta del sonido, por simples pulsos, no sería mejor que la analogía de toda la onda o frecuencia del sonido registrada en los surcos del LP; pero ocurre lo contrario, una de las mayores ventajas del audio digital es que se incrementa el margen de frecuencias que se pueden registrar, en tanto el sonido no es una simulación, sino un registro completo de datos, que lleva además, a la considerable reducción de los ruidos y distorsiones, junto con la discriminación de señales o pulsos no necesarios.
Otra ventaja es que las copias siempre son idénticas al original, lo que no sucede con el audio analógico, donde cada nueva generación de copias se degrada en calidad.
Fuente: Apuntes de Animación Bidimensional de la U de Londres