El crecimiento del personaje
Debemos conocer a nuestro personaje profundamente, saber no sólo quién es en la actualidad, sino tener conciencia de su pasado y hasta dónde puede llegar en su futuro.
El conflicto dará comienzo con la toma de la primera decisión, la que además de mostrarse de acuerdo con la premisa, seguramente provocará a su vez otra decisión en el adversario. Del producto de estas sucesivas decisiones, resultado una de la otra, la obra avanzará hasta su destino final: la comprobación de lo enunciado en la premisa.
El personaje en el transcurso de la historia se encuentra forzado a cambiar, a crecer o a desarrollarse, porque el fin de nuestro argumento intenta a través suyo a corroborar la premisa que se ha establecido a priori.
Luego de soportar distintas presiones, nuestro personaje estará dispuesto a tomar una decisión, y ésta debe mostrarse acorde con sus tres dimensiones. Si hemos plantado una semilla de roble, lo razonable es esperar que crezca un roble.
Con un personaje sucede algo muy semejante, sólo en una mala obra el personaje puede tomar un rumbo totalmente inesperado.
Recordemos también que los errores nos parecen estúpidos sólo después de cometerlos. Lo que hoy recordamos como una gran estupidez, posiblemente nos ha parecido el más bello de nuestros actos en el momento que lo llevábamos a cabo.
Llamamos crecimiento al cambio interno que el conflicto produce en el personaje. Siempre se producirá un crecimiento si nuestro personaje es real. Esta condición resulta independiente a que la decisión tomada haya resultado correcta o incorrecta.
Fuente: Apuntes de Animación Bidimensional de la U de Londres