Creando al personaje

Carecer de algo fundamental, crea inmediatamente una necesidad. Lo primero que se debe definir es: ¿Cuál es la necesidad de su personaje? Porque sin una necesidad, el personaje no existe, sin personaje no hay acción y sin acción no hay historia, así de sencillo.

Si se conoce lo que desea el protagonista, puede interponerle obstáculos y la película va a contar la historia de cómo él logra superarlos.

La acción es el personaje: una persona es lo que hace, no aquello que dice hacer.

¿Qué apariencia tiene? Crear la forma externa de un personaje es un proceso de prueba y error, su forma externa es la que comienza a definirlo. Luego se incorpora la acción: ¿cómo reacciona?, ¿cómo se comporta?, y finalmente lo más importante para los animadores: ¿cómo se mueve?

Para definirlo totalmente se debe pasar por las siguientes etapas (no necesariamente en este orden):

1) Habitualmente partimos de una idea que tomamos de la observación de uno o varios personajes reales. Una suma coherente de muchos y pequeños detalles terminarán conformando un personaje creíble. Es una etapa de investigación y búsqueda.

2) Creamos su forma física. La forma del personaje se describe en nuestro caso a través de los distintos dibujos, que lo muestran desde distintos ángulos y en distintas actitudes. Estos dibujos más adelante integrarán la guía del personaje, la que servirá para dibujarlo correctamente. Aquí surge un requisito extra: sus proporciones deberán ser simples, claras y fáciles de reproducir por los distintos dibujantes que trabajarán en la producción.

3) Determinamos su esencia, para poder aumentar así su coherencia. Esto no significa que nuestro personaje debe ser totalmente previsible, sino más bien que tendrá una personalidad clara, la que pondrá de manifiesto quién es, anticipándonos cómo actuará.

Si el personaje no cumple con esta consigna sus actos dejan de tener sentido y se torna inverosímil. En cambio si cumple con estos requisitos tomará entonces decisiones que el espectador de alguna manera puede anticipar y cuya confirmación será disfrutada. Un personaje coherente poseerá y revelará ciertas cualidades, lo que a su vez nos hará suponer otras que tal vez nunca se harán evidentes. Pero no nos confundamos, que un personaje resulte coherente no significa que sea un personaje limitado. Todos los personajes deben cumplir con esta consigna.

4) Hay que crear un cierto grado de complejidad en su personalidad, incorporándole ciertas paradojas a su conducta. Todo ser humano es algo más que un conjunto de coherencias, todas las personas en algún momento suelen hacer cosas ilógicas o imprevisibles. A menudo hay actitudes de nuestros conocidos que nos sorprenden, haciendo cambiar el concepto que teníamos de ellos.

Sucede algo similar con nuestro personaje, al incorporarle paradojas a su personalidad lograremos crear un ser único y fascinante. Las paradojas no deben contradecir las coherencias, se añadirán a ellas. Un personaje será más interesante si en él coexisten ciertos elementos opuestos, si logramos conformarlo empleando una amplia variedad de aspectos.

5) Pero para lograr una real profundidad habrá que añadir además otras cualidades, tales como: emociones, actitudes y valores. Las emociones potencian la humanidad del personaje. Podemos clasificar las emociones como: locura, alegría, tristeza y miedo. Profundizando vemos que cada una de ellas contiene varias otras:

– Locura implica enfado, rabia, malhumor, frustración, y pérdida de control

– Tristeza implica depresión, desesperación, desmoralización, autodestrucción y melancolía.

– Alegría implica júbilo, felicidad y éxtasis.

– Miedo implica temor, terror, horror y ansiedad.

Las actitudes puestas en evidencia tras las emociones, mostrarán como ve la vida el personaje. Nos harán conocer sus opiniones, su punto de vista y los cambios internos que se producen en él a lo largo de la historia.

A medida que la historia avanza los personajes cambiarán sus actitudes: los unos hacia los otros, hacia sí mismos y hacia determinadas situaciones. Estas actitudes constituyen la clave del drama, al enfrentarse a cada situación.

6) Hay que agregar ciertos detalles peculiares que lo harán concreto e individual. ¿Qué nos une a un grupo? Todos parecemos iguales, tenemos las mismas necesidades, los mismos deseos, los mismos miedos, las mismas inseguridades.

Queremos ser amados, compartir nuestros logros, tener éxito, ser felices y estar sanos. Todos los seres humanos parecen muy semejantes. Son muchas las cosas que nos unen.

¿Qué nos separa del resto?

Lo que nos hace distintos al resto del mundo, es nuestro punto de vista.

Nuestra forma de ver el mundo, cada persona tiene un punto de vista distinto. Un personaje es ante todo eso: un punto de vista, una manera peculiar de apreciar al entorno.

Un personaje es también una actitud, una manera de actuar, o de sentir. Esto se pone de manifiesto cuando un individuo expresa su opinión personal sobre un tema determinado.

Un personaje, valga la redundancia, también es personalidad. Cualquier persona está permanentemente mostrando su personalidad: ¿es alegre? ¿feliz? ¿sociable? ¿serio? ¿grosero? ¿carece de humor

Un personaje es también conducta. La conducta será evidente en sus acciones, y nos revela muchas cosas. Imagínese a una persona que mira a su alrededor para ver si alguien la observa y al notar que está sola, realiza algo que de otra manera no haría. Este tipo de acciones seguramente constituyen una revelación muy profunda de su carácter.

Un personaje es también una incesante revelación. Mientras la historia avanza, constantemente aprendemos nuevas cosas de él. De esta manera lo entendemos y nos reconocemos en él.

La identificación entre el público y el personaje es otro aspecto fundamental de la ecuación; la frase: “Yo conozco a alguien así”, es el mayor cumplido que se le puede hacer a quien ha creado un personaje.

Todos estos rasgos del personaje están interrelacionados y se superponen, esta situación nos permite elegir entre usar uno, todos o sólo algunos de ellos.

Considerando sus cualidades, hay dos tipos de personajes:

a) Personaje normal. El personaje normal muestra sus cualidades con realismo y credibilidad a través de reacciones normales, cotidianas y corrientes, ante una situación dada.

b) Personaje ideal. El personaje ideal en cambio, muestra reacciones perfectas, más del tipo heroicas. Es una sublimación de cómo le gustaría ser y actuar al espectador normal.

Estas cualidades deben considerarse en los tres planos del personaje: el físico, el psicológico y el social.

Fuente: Apuntes de Animación Bidimensional de la U de Londres