La secuencia obligatoria
Toda buena obra dramática tiende a concentrar su carga emotiva en una secuencia, alrededor de la cual se crea la máxima expectación. Es allí donde se produce la culminación emotiva de la película.
Esta situación está contenida dentro de la llamada «secuencia obligatoria«. Esta circunstancia si bien es cierta, puede resultar algo engañosa: ¿Qué es lo que realmente nos interesa; corroborar la premisa o mostrar la secuencia obligatoria?, si la obra crece y se desarrolla de acuerdo con la premisa, la comprobación de ésta seguramente dará como resultado secundario la secuencia obligatoria.
A veces estas secuencias no logran concretarse a causa de una premisa inexistente o tal vez demasiado ambigua. Esta situación lleva a la audiencia a seguir esperando infructuosamente una resolución, que jamás llega a producirse.
Para concluir la obra resulta algo totalmente imprescindible corroborar la premisa. Si por cualquier motivo su verificación es atrasada u omitida, la obra sufrirá las consecuencias.
Los sucesivos momentos de una historia se van construyendo apoyados sobre los que le precedieron. Cada una de las secuencias, será suprema en su momento. Una secuencia que se integra correctamente, despierta en nosotros un sano interés por la que le sigue.
La obra debe crecer de manera constante, pero si sólo consideramos suficiente culminarla con la secuencia obligatoria, seguramente concentremos demasiados acontecimientos en ella, descuidando a las restantes secuencias que requieren también de una atención equivalente.
Recuerde que el objetivo de la obra no es mostrar la secuencia obligatoria, sino corroborar que la premisa se cumpla.
Fuente: Apuntes de Animación Bidimensional de la U de Londres