Luces y sombras

La característica primordial que dota a un dibujo de vida es la inclusión adecuada de las luces y de las sombras. La línea detalla y expresa sólo los contornos, la forma, el volumen, el espacio o la idea de la tercera dimensión, de igual manera en la realidad y en sus representaciones gráficas en una obra artística, tiene su fundamento en la luz y en la sombra y con cuyo empleo se puede dotar a un sencillo dibujo o pintura la representación espacial, sólida y con visos de realidad.

Las sombras son la consecuencia de la luz y tanto las sombras que del propio objeto en si (sombras propias) como la sombra directa que el objeto produce (sombras arrojadas) como las sombras próximas o lejanas proyectadas por otros objetos y los reflejos de luz que al mismo tiempo producen esos objetos afectan de forma directa a la concepción espacial de nuestro trabajo.

Luz y sombra: el volumen

El volumen es, junto con la forma, uno de los aspectos que distingue a los objetos que nos rodean. Depende de la luz y, por consiguiente, de las sombras que ésta produce. La definición correcta del volumen de un objeto consiste en valorar exactamente las intensidades de sus
sombras.

Podemos establecer dos clases de sombras: las propias y sombras propias son las que se origina el objeto a sí mismo, y las proyectadas son las que produce en las superficies vecinas.

También hay que tener en cuenta los reflejos producidos por la luz que proyectan las superficies u objetos vecinos, ya que aclaran la sombra.

Entre la luz y la sombra, hay una zona de transición o de medias tintas, y que puede variar en extensión dependiendo de la intensidad de la luz.

La sombra en resumen no es otra cosa que la porción del cuerpo que siendo iluminado no recibe de forma directa la luz, por encontrarse esa parte del cuerpo en oposición al foco luminoso.

El claroscuro estudia la degradación y difusión de la luz con las sombras y corresponde a las áreas intermedias entre la zona iluminada y las zonas mas oscuras, son las zonas que denominamos zonas de penumbra y sus valores de medios tonos o medias tintas y cuyos valores nunca deben alcanzar la intensidad de la luz ni la intensidad de la sombra.

Al margen de dibujar o pintar las zonas de luz y de sombra de un objeto se debe considerar el brillo que ese objeto emite ante la incidencia de un foco de luz. Ese brillo se puede representar de forma grafica considerando que la luz es reflejada por el objeto rebotando la luz que desprende en un ángulo igual al que ha incido contra él.

La luz reflejada es la procedente de otro cuerpo u objeto próximo y que produce una nueva fuente de luz de menor intensidad, pero que a su vez produce nuevos reflejos y nuevas sombras sobre el objeto que se dibuja o pinta, esa luz reflejada nunca puede ser tan clara como la fuente de luz original.

Se consideran adecuados en los dibujos y en las pinturas unas inclinaciones de entre los 30º y los 60º dependiendo de la posición del sol pero es de uso común aceptar como adecuada una sombra en 45º para la representación gráfica sobre una hoja de papel de un objeto de características más o menos geométricas.

La mayor dificultad en un dibujo o en una pintura la podemos encontrar cuando queremos representar a las personas o a los objetos estando estos situados con el

Sol detrás, pero pese a ser la resolución más complicada, al hacer converger todos los puntos de luz y sombra sobre un sólo punto es la que produce un mayor dramatismo plástico sobre todo en la representación de pinturas surrealistas en donde el juego de luces y sombras deben poder transmitir un mensaje.

Fuente: Apuntes de Actualización gráfica de la U de Londres